Riad, Londres y Ámsterdam (DPA y AFP) - La Declaración de La Meca, el llamado de los líderes religiosos iraquíes a detener el derramamiento de sangre en Irak, podría quedar en letra muerta a causa del aislamiento de los grupos rebeldes y a la ausencia en la reunión de personalidades religiosas de primer plano, estimaron analistas.
Este llamado fue emitido por 29 dignatarios religiosos chiítas y sunitas reunidos a iniciativa de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), en el principal lugar santo del Islam, en el oeste de Arabia Saudita, al término del Ramadán, mes sagrado de ayuno musulmán.
"A pesar de su carácter doblemente simbólico, este llamado tendrá la misma suerte que el documento lanzado en noviembre último por la conferencia de El Cairo, bajo los auspicios de la Liga Arabe", estima Abdel Bari Atwane, redactor en jefe del diario árabe basado en Londres, Al-Quds Al-Arabi.
Según él, "la conferencia de El Cairo, realizada bajo la presión estadounidense, buscaba una reconciliación nacional, (pero) dio origen a una guerra civil. La reunión de La Meca, comandada por (la secretaria de Estado norteamericana) Condoleezza Rice durante su visita a Arabia, es una prédica en el desierto".
"Los árabes no podrán hacer nada por Irak porque quieren sanar enfermedades incurables con oraciones, con salmodias y talismanes, como los derviches", agregó.
"Lo que decenas de miles de militares no han podido lograr en el terreno a causa de la lucha de los grupos de la resistencia, ignorados y aislados de manera intencional, no puede ser realizada con declaraciones de buenas intenciones", estimó.
Sin peso político. Un ex-diplomático iraquí, actualmente profesor de ciencias políticas en la Universidad Libre de Ámsterdam, Dhargham Abdallah Al-Dabbagh, estima por su lado que "la ausencia del ayatola Ali Sistani, o incluso de un representante de esta figura emblemática de los chiitas, y de Moqtada Sadr (dirigente radical chiita), es muy significativa".
En el momento en que el Documento de La Meca era firmado, la policía iraquí y la milicia de Sadr se enfrascaban en violentos enfrentamientos en Al-Amara, en el sur de Irak.
"Las personalidades invitadas a La Meca no tienen peso político (...) No están en posición de tomar decisiones apremiantes", consideró Dabbagh.
Según él, "el encuentro de La Meca sirvió al menos como espectáculo mediático para Arabia Saudita, que busca limitar los daños en Irak para que la situación no se extienda a toda la región".
Violencia inquietante. El opositor saudita en exilio en Londres, Saad Al-Faqih, quien dirige el Movimiento Islámico para la Reforma en Arabia (MIRA), es más explícito en este sentido.
"Arabia Saudita no desea el fin de la ocupación, única garantía a la vez contra la expansión iraní en Irak y contra el éxito de la resistencia que, en caso de retiro de las fuerzas estadounidenses, se transformaría en proyecto de Jihad (guerra santa) en toda la península arábica", estimó Faqih.
"El gobierno busca sólo una disminución de la violencia, que tomó niveles inquietantes en las últimas semanas", dijo.
Llamado a la paz. En un intento por frenar los enfrentamientos entre chiítas y sunitas en Irak, clérigos de las dos corrientes del Islam firmaron anoche una declaración en La Meca, ciudad sagrada para los musulmanes, en la que rechazan la violencia sectaria y llaman a la paz entre los grupos religiosos del país persa.
El documento, de diez puntos, insta a ambas partes a respetar los lugares sagrados y creencias de la otra y ha denunciar la violencia.
El texto también llama al fin de la ocupación de Estados Unidos en Irak y prohíbe los asesinatos, las deportaciones forzadas y los ataques en lugares de oración.
Sin embargo, la declaración no pide el desarme de ninguna de las milicias bajo control de los clérigos iraquíes, lo que le da un carácter meramente formal.
Los eruditos firmaron la Declaración de La Meca con el objetivo de generar mayor unidad en momentos en que el derramamiento de sangre sectario, los ataques suicidas y los crímenes por venganza azotan las ciudades iraquíes. En las últimas semanas ha trascendido además la aspiración de los chiitas de crear un territorio autónomo en el sur del país y de los kurdos en el norte.
"Este encuentro marca la continuidad de los esfuerzos por que Irak retorne a ser el que era, un país unido", indicó una participante del encuentro.