El cierre de campaña no lo pusieron ni Mariano Rajoy (PP) ni Alfredo Pérez Rubalcaba (PSOE). Como casi todo lo que guía los destinos de España, el broche de oro lo puso Bruselas. “Que España se ayude a sí misma”, se escuchó desde la Comisión Europea. Así, aislada, con un desempleo record de 21,5%, una prima de riesgo incontrolable y un déficit insostenible, va el país ibérico a las urnas en busca de un piloto que la aleje de la tormenta perfecta que la azota.
La campaña se vivió desde un principio en clave económica y así se cerró. Lo que no estaba previsto es que los vaivenes de la deuda pública acabaran ocupando el lugar central del discurso de los principales candidatos, desplazando a un segundo puesto un tema central como el de la desocupación, que afecta a casi cinco millones de españoles.
Y no es para menos. El presidente saliente, José Luis Rodríguez Zapatero, había pedido en las últimas horas una solución “inmediata” a las instituciones europeas. Y la Comisión Europea le contestó a él y los candidatos a través de su portavoz económico, Amadeu Altafaj: “Lo más importante es que España se ayude a sí misma”.
En ese marco, el candidato del PP pidió el voto del “cambio” para dar “el mejor mensaje que España puede dar a Europa, a los mercados y a los de la prima de riesgo”. En reiteradas oportunidades Rajoy aseguró que si gobierna cumplirá con la reducción del déficit que le pide la UE.
Por su parte, Rubalcaba apeló al miedo a “la derecha más dura de Europa”, en referencia al PP. El candidato socialista aseguró en que si gana Rajoy no será un cambio sino una “marcha atrás”. Y para tratar de pescar a aquellos votantes de izquierda indecisos o decepcionados con el PSOE soltó: “Cuando los progresistas fragmentamos el voto, nos debilitamos”.
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