Pero en el drama venezolano a la vez se confluyen contramarchas. Luego de haber expulsado a los diplomáticos norteamericanos y al otro día de hacerlo, Maduro habló de un complot interno y dijo estar investigando como ocurrió la severísima represión ocurrida en las calles venezolanas. Y hasta intentó una jugada amistosa con el gobierno de Obama. “Estoy dispuesto ya mismo a enviar un nuevo embajador a Washington y nos gustaría tener un embajador norteamericano en Caracas” dijo el domingo pasado.
Pero en Estados Unidos ya no le creen. Sus acusaciones y juegos acusatorios ya son conocidos. En los pasillos se habla de un Maduro en problemas inclusive con el oficialismo venezolano y una tensión interna en su gobierno que por ahora el sucesor de Hugo Chávez intenta disimular.
Estados Unidos cree que la OEA, la Organización de Estados Americanos es el mejor ámbito por ahora para tratar la situación que acontece en Venezuela.
No sólo Estados Unidos piensa de ésta forma. En el seno de la OEA a estas horas hay intensos debates y se ha convocado a una Sesión Extraordinaria del Consejo Permanente para mañana jueves. El pedido fue realizado a instancias del gobierno de Panamá. Cualquier país miembro puede solicitar una reunión de urgencia si cree que hay inestabilidad democrática en algun otro país de las Américas, solicitando la intervención del Secretario General y una reunión urgente de cancilleres.
Seguramente la propuesta panameña sea acompañada por EE.UU, Canadá y varios otros países sudamericanos. Se especula con una postura similar del Perú, Chile y Colombia. Para varios países latinoamericanos hay una situación inestable en Venezuela que se debe solucionar con diálogo y bajando las tensiones. Muchos creen que Maduro -que hasta adelantó los Carnavales- está perdiendo capacidad de conducir un proceso de pacificación. A la vez se sabe que Bolivia, Ecuador, Nicaragüa y Argentina apoyan a Maduro a ciegas y esto va a generar un debate intenso mañana.
En las próximas horas tendremos más claridad sobre un plan para Venezuela. Si falla toda estrategia consensuada se teme una seria partición en el continente, la cual tácitamente ya está presente.