Leopoldo López tuvo el coraje de entregarse a los matones de la dictadura de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Da la impresión de que Cabello es juez y parte: él lo había condenado al decir que debía ir preso, y luego él mismo lo condujo a la cárcel. ¿Qué hacía ahí?
Si hubiera separación de poderes y justicia en Venezuela –que no las hay, lo que es otra prueba de que en ese país hay una dictadura–, no sería posible que estuviera allí haciendo el papel de edecán, chofer, custodio, alcalde y verdugo al mismo tiempo. Es grotesco.
López –con las mejores intenciones, Dios preserve su heroísmo– ha caído en una emboscada. Le han hecho creer que lo van a tratar bien, que lo van a juzgar con independencia y equidad. No va a ocurrir, porque en Venezuela la Justicia está subordinada al poder político. Quienes van a emitir la sentencia son Cabello y Maduro.
El chavismo va a retener el poder, no está dispuesto a entregarlo ni a disputarlo en una competencia electoral democrática en la que no creen. Cada día que pase López en la cárcel será un día perdido para la causa de la libertad, y los malos irán ganando. Si yo fuera López, no me habría entregado. Me hubiera refugiado en una embajada extranjera, como Julian Assange o tantos perseguidos políticos.
¿Cuándo lo van a juzgar? No sabemos, ellos no tienen apuro. Si el objetivo de Leopoldo era que liberen a todos los presos políticos, eso no ocurrió, y de hecho ahora hay uno más. Ojalá que la valiente apuesta de López sea recompensada por los venezolanos.
Es inocente: sólo se atrevió a desafiar al gobierno y a llamar a una protesta pacífica en la calle. Luego esa protesta se desbordó: algunos estudiantes tuvieron la imprudencia de enfrentarse a los matones del régimen. Pero López no estaba allí ni es responsable por eso, ni por la muerte de los estudiantes emboscados y de un partidario del régimen. Eso no es atribuible a Leopoldo.
Es sabido que López y Henrique Capriles Radonski están distanciados, y es lo natural en la competencia política entre dos personas que aspiran a la presidencia. Pero saludo la generosidad de Capriles al haber expresado su solidaridad con su colega.
Por su parte, el dictador Maduro dijo que encarcelarán no sólo a López, sino a todos aquellos que lo acompañan. Es curioso ver a Maduro predicando contra la violencia, cuando su mentor, Hugo Chávez, inauguró su carrera política con un golpe de Estado. Eso no es precisamente un acto de paz. El chavismo es una corriente que nació y se glorificó con la violencia. Maduro, como sus copartidarios, es profundamente antidemocrático.
Maduro dice que hubo un intento de golpe de Estado en Venezuela. Eso no es verdad: si fuera así, él ya no estaría en el poder. Lo que ha ocurrido es que miles de personas salieron a las calles y protestaron. El dictador también sugiere que López pretende que los Estados Unidos intervengan militarmente en el país. Nadie mínimamente lúcido en la oposición venezolana es tan tonto para creer que Washington va a intervenir. Lo que piden es que cada ciudadano rompa la barrera del miedo y se atreva a desafiar el poder ilegítimo de la dictadura.
(*) Periodista peruano. Editorial de su ciclo televisivo transmitido desde Miami.