OPINIóN
fútbol

Mirar a los socios a los ojos o ser parias en el césped propio

Convertir a un club en una Sociedad Anónima Deportiva (SAD) es “una receta vieja” que transforma una asociación civil sin fines de lucro en una empresa, que se aleja de la gente. Varios equipos argentinos y europeos lo intentaron, pero terminaron mal.

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Las fuertes tormentas generaron destrozos en las instalaciones de algunos clubes. | X

“Quiero verte jugar todos los domingos. No quiero más proyectos ni mentiras de ricos”, canta, al ritmo de Imposible de Callejeros, la hinchada de Unionistas, el equipo que reemplazó a Unión Deportiva Salamanca de España, que cayó en la trampa de reemplazar un club por una sociedad anónima. A cualquiera que tenga un poco de sangre en el cuerpo se le eriza la piel al escuchar a esa hinchada marcar el ritmo con las palmas y cantar sobre el dolor de esa estafa.

Lo saben también los hinchas de otros clubes europeos, que vieron cómo hacían negocios fabulosos con sus clubes mientras ellos, que son el motivo central de la existencia de un club, se quedaban afuera y miraban con la ñata contra el vidrio. Algunos vieron a sus equipos cambiar de nombre, de camiseta, hasta de colores, o en el peor de los casos, desaparecer junto con aquellos inversores que habían llegado con espejitos de colores y estampa de salvadores.

Lo saben, pero por la positiva, en el Barça. Ahí demuestran cada día que un club puede mirar a los ojos a sus socios, a su hinchada, y criar a un Leo Messi sin dejar de lado sus objetivos principales.

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Pero no es necesario cruzar el océano para conocer qué pasa cuando el club deja de ser una asociación civil sin fines de lucro y se convierte en una empresa, donde los valores y los objetivos son diametralmente opuestos, donde lo individual pesa más que lo colectivo, donde el sálvese quien pueda desplaza con violencia y desprecio a la solidaridad y la vida en comunidad. Alcanza ver cómo Racing padeció el vaciamiento de sus actividades sociales y culturales a manos de Blanquiceleste SA o como Belgrano de Córdoba fue fundido por una gerenciadora.

También está la historia de Chaco ForEver, que tuvo la desgracia de sufrir el desembarco de una sociedad anónima deportiva: perdió su escudo, descendió de categorías y los socios fueron parias en su propio césped.

El club quedó al borde de la desaparición. Hace poco su historia fue recordada en un hilo de la cuenta oficial del club en X (ex Twitter), que cerró diciendo que “ForEver es grande por su gente, sus socios y su espíritu de lucha, que son quienes en fin salvaron al club y quienes con su aporte lo hacen cada día más grande”.

Estas historias las conozco de cerca. Soy uno de los tantos cuervos que sufrió, en noviembre del 2000, el intento de vender el club, bajo el pretexto de un “Gerenciamiento de Marketing Deportivo” a la firma ISL, una empresa de origen suizo muy vinculada a la FIFA, que un año más tarde presentó su quiebra definitiva.

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Muchos pusieron el cuero para evitar ese fraude, otros lo siguieron por los medios de comunicación de ese momento y acompañaron a su manera, pero todos evitamos la desaparición de más de cien años de historia de una de las instituciones más grandes del país.

Tal fue la importancia de esa pelea que el Día del Hincha de San Lorenzo adoptó la fecha de esa madrugada donde se frenó la venta del club. Hasta ahora, la historia que lamentablemente recorrieron otros clubes, nos demostró que fue justo y acertado impedir que una empresa privada copara nuestro nido. Una Sociedad Anónima Deportiva no es lo mismo que un Club Social y Deportivo.

Es una receta vieja, que ya conocemos, que no funciona para los socios, que deja afuera a la gente de su casa, de su historia, de su familia, para darle paso a los negocios de unos pocos, que hoy te usan y mañana desaparecen sin importar nada más que un dividendo para un puñado de vivos por encima de la historia, de la cultura, de un lugar de encuentro y de desarrollo de miles, de millones de personas, de amistades, de familia, de comunidad.

*Abogado especializado en derecho deportivo y miembro de la Cámara Nacional de Resolución de Disputas (CNRD) de la AFA.