INTERNACIONAL
guerra bacteriologica

Estados Unidos y Rusia son dueños de los mayores arsenales tóxicos

Washington utilizó agente naranja en Vietnam. Moscú fue acusado de usar agentes químicos en Afganistán. Adolf Hitler también recurrió a ese armamento prohibido.

Veneno. Las armas químicas fueron usadas por Irak y Egipto.
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Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra. La frase bíblica podría aplicarse hoy por hoy al mundo de las armas químicas. Rusia y los Estados Unidos, las dos potencias que están en pugna en la crisis siria, tienen los más grandes arsenales de ese tipo de armamento, denunciado por Barack Obama como un crimen contra la humanidad cometido por Bashar Al Assad. Y, paradójicamente, esos dos países, al igual que la Alemania nazi de Adolf Hitler, el Egipto panarabista de Gamal Abdel Nasser y el Irak de Saddam Hussein, las utilizaron en el pasado, gaseando a soldados y civiles en distintos conflictos bélicos.

Aunque no se conoce de manera oficial la cantidad de agentes químicos que posee el régimen sirio, la inteligencia norteamericana calculó que oscilaría en las mil toneladas. “El arsenal de armas químicas más grande del mundo todavía lo conserva Rusia, pero lo está destruyendo. El segundo arsenal lo tiene Estados Unidos”, afirmó a PERFIL Rogelio Pfirter, el diplomático argentino que dirigió la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) entre 2002 y 2010. 

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Moscú y Washington firmaron y ratificaron la Convención para la Prohibición de Armas Químicas, que apuntó a evitar la proliferación de agentes tóxicos y a su destrucción. Esos procesos son largos y costosos. Al instrumentar esa normativa en 1997, Rusia declaró tener 39.967 toneladas de armas químicas, entre las que se destacaban el gas sarín y el gas mostaza. Por su parte, Estados Unidos informó a la comunidad internacional sobre la posesión de 31 mil toneladas de esas armas. Aunque el 90% de esa cantidad ya fue destruida, el desarme total finalizará en 2023 y costará 35 mil millones de dólares.

Tan sólo siete países no ratificaron el tratado. Ellos son Israel, Myanmar –que lo firmaron, pero aún no lo pusieron en vigencia–, Siria, Egipto, Angola, Sudán del Sur y Corea del Norte. “La política estadounidense sobre armas químicas ha sido tan inconsistente y politizada que Washington no puede asumir el liderazgo en una represalia militar. Ninguno de los dos más importantes receptores de ayuda militar norteamericana –Israel y Egipto– es parte de la Convención de Armas Químicas. Mientras es legítimo para nuestros aliados negarse a ratificar esta importante convención, Siria es castigada”, consideró Stephen Zunes, profesor de Política Internacional de la Universidad de San Francisco, en una columna publicada en Foreign Policy in Focus.

Durante la guerra de Vietnam, Estados Unidos disparó herbicidas en la selva –entre ellos agente naranja– para privar al Vietcong de forestación donde ocultarse. La operación Ranch Hand, que se prolongó entre 1962 y 1971, dejó, según Hanoi, 400 mil muertos y 500 mil niños con malformaciones.

Moscú, que se erigió en el adalid de la paz mundial, tampoco tuvo prurito en utilizar armas químicas. Según un informe desclasificado de la CIA, fuerzas soviéticas dispararon “lluvia amarilla” en Afganistán en la invasión de 1979 y proporcionaron agentes químicos a Vietnam en los 70. La ex URSS lo negó.

“Desde que se llegó a este compromiso contra las armas químicas, sólo dos tiranos se atrevieron a cruzar esa línea. Al Assad se convirtió ahora en el tercero”, declaró la semana pasada John Kerry. Aunque no explicitó a qué tiranos se refería, omitió la responsabilidad de su país en un “crimen inexcusable”, como el propio secretario de Estado definió lo sucedido en Damasco.