Mientras habla por teléfono con PERFIL, Débora Sada atiende por otra línea a su marido y le pide con voz entrecortada: “No vuelvas a casa, quedate a dormir en un hotel. Los tipos siguen en el barrio, todavía no los agarraron”. Esta psicóloga argentina vivió la noche más terrorífica en los casi 25 años que lleva viviendo en París: su casa está ubicada a cincuenta metros de uno de los locales que fueron atacados por los terroristas.
“Estamos con francotiradores en los techos –relató Débora a este diario–. En la tele dicen que no salgamos de casa. Parece que los tiradores se metieron en el teatro Bataclan, aquí a cuatro cuadras, y ahora están ahí con rehenes tomados”. Según lo que la mujer pudo reconstruir en base a lo que vieron y escucharon sus vecinos, dos o tres hombres bajaron de un auto en el restaurant Petit Cambodge, a cuatro cuadras de su casa, y lanzaron granadas contra la gente que estaba allí. Luego abrieron fuego con fusiles Kalashnikov. Siguieron su derrotero por ese barrio en el noreste parisino –cerca de la Plaza de la República– tirando a matar a los transeúntes.
El trip infernal terminó en otro bar a apenas media cuadra de su casa, aunque Débora no tiene claro si fue el mismo grupo de atacantes u otra célula coordinada. “Estaba en casa con mis tres hijos y de pronto escuchamos ráfagas de ametralladoras, luego gritos y corridas. Uno de los chicos se tiró abajo de la cama. La otra estaba mirando el partido de la selección de Francia en lo de los vecinos, que tardaron un rato en reaccionar. Este es un barrio ‘bo-bo’: burgués y bohemio. Es una zona joven, repleta de pibes. Muchos se refugiaron en el jardín de nuestro edificio, que estaba con las puertas abiertas. La policía tardó en llegar y todavía no ubicaron a los tipos. Estamos muertos de pánico”.
Una vecina de Débora vio cómo uno de los atacantes se paraba frente a un hombre en la calle y le disparaba a quemarropas. “A uno de los muertos lo fusilaron a metros de mi consultorio, que está aquí nomás. ¿Cómo hago ahora para ir a trabajar ahí?. Mañana mi hija tenía que ir al colegio, pero si no los encuentran a los asesinos, no sale de acá. Me parece que esta noche no dormimos”.
Débora Sada se radicó en 1992 en París junto a su marido. Ambos son psicoanalistas y llegaron a Francia para realizar estudios de doctorado. Luego se quedaron ejerciendo, entre el consultorio y la docencia universitaria. “Esto es increíble, nunca nos pasó una cosa así”, dice ahora Débora. Que también vive a apenas a seis cuadras de la redacción de Charlie Hebdo.