El presidente de Bolivia, Evo Morales, afirmó hoy que vivió sus “peores días” en los ochos meses que lleva de mandato. El duro trance que señaló el mandatario hace referencia a los violentos enfrentamientos del jueves y viernes que tuvieron como protagonistas a miles de mineros estatales y privados que se disputaban un yacimiento de estaño. El hecho dejó un saldo de 16 muertos y 61 heridos.
“Mis peores días en ocho meses de Gobierno han sido ayer (por el viernes) y anteayer (por el jueves)” viendo a “nuestros hermanos mineros metiéndose bala y dinamita”, sostuvo Morales en un discurso pronunciado en la zona del Chapare, una de las principales regiones productoras de la hoja de coca.
El mandatario boliviano considera que el conflicto que se desató el jueves fue parte de “una mano negra” que avivó el enfrentamiento con el fin de perjudicar a su Gobierno. De todas formas, no aclaró qué o quiénes se refería con relación a esa alusión.
Morales viajó hasta el Chapare junto al embajador de Venezuela en La Paz, Julio Montes, para asistir a un acto organizado por los cocaleros de rechazo a la negativa de los Estados Unidos sobre la existencia de un cupo de cultivos de la coca.
Los dirigentes mineros suscribieron la noche del viernes un “acta de pacificación” con representantes del gobierno, la Iglesia católica y organizaciones de derechos humanos. Además, los choques fueron detenidos por los efectivos policiales que envió el Gobierno durante el viernes por la tarde. Lentamente, durante el sábado volvía la clama al pequeño pueblo situado a unos 300 kilómetros al sur de La Paz.
Sin embargo, la destrucción podía verse en el sitio donde hasta ayer los obreros de la estatal Corporación Minera de Bolivia, y su rival Federación de Cooperativas Mineras, se disputaban la mina que tiene reservas por un millón de toneladas de estaño.
Por su parte, los dirigente mineros de ambos bandos comenzaron hoy a velar a sus muertos, pero retrasaron su entierro hasta que el Gobierno garantice la atención a las viudas y huérfanos que dejó el conflicto. El Gobierno se comprometió a crear redes de protección para los familiares de las víctimas, reconstruir las viviendas destruidas, una radio sindical y las instalaciones productivas de la mina.
Entre los coletazos del conflicto, el mandatario boliviano le pidió anoche la renuncia a su ministro de Minería, Walter Villarroel, que fue reemplazado por el ex dirigente sindical minero José Guillermo Dalence.