Las tradicionales carreras de Ascot, el evento social más importante del Reino Unido, llenó de color y extravagancia el Berkshire, al sur de Inglaterra, con la presencia de la reina Isabel II, la familia real, celebridades, millonarios, deportistas, nobles y popolíticos. La reina Isabel, de 92 años, es una apasionada por los caballos, una afición heredada de sus bisabuelos y abuelos.
Fue la reina Ana quien vio en el Berkshire, donde se encuentra el Castillo de Windsor, las ventajas para que "los caballos galopen al máximo de su capacidad" y la primera carrera se corrió el 11 de agosto de 1711. Ochenta años más tarde, se construyó el primer espaco exclusivo para las carreras, con capacidad para 1.650 personas.
El prestigio de las carreras hace que no cualquier persona pueda asistir a sus pistas. Ascot emite una lista de reglas para la vestimenta de los asistentes. Los caballeros deben vestir una camisa y corbata con una chaqueta o traje. Los pantalones de jean, pantalones cortos, camisetas y ropa deportiva (incluyendo de fútbol y de rugby y zapatillas deportivas) son prendas terminantemente prohibidas.
Entre el público femenino, son mal vistos los vestidos que dejan hombros, rodillas y espalda a la vista, pero para los sombreros no hay límites. A pesar de las altas temperaturas, varios centenares de mujeres de todas las edades y clases sociales van al hipódromo luciendo, como marca la tradición y con mayor o menor atrevimiento, los sombreros más vistosos, coloridos y hasta ridículos que se ven en Inglaterra. Las típicas canastas de picnic inglesas, con champán, scons y termos de té, infaltables.