Desde París
Una vehemente polémica estalló en Francia después que el líder de la comunidad judía de Marsella, Zvi Ammar, propuso dejar de usar kipá en las calles para evitar ataques antisemitas. “No usar kipá puede salvar vidas. No se trata de claudicar ante los terroristas ni ante los bárbaros, sino de preservar vidas humanas”, dijo Ammar tras el atentado perpetrado la semana pasada por un adolescente contra un docente judío en la ciudad de Marsella, 900 kilómetros al sur de París.
El agresor –un joven turco de origen kurdo, que tiene apenas 15 años– declaró a la policía que había actuado en nombre de Estado Islámico (EI). Armado con un machete y un cuchillo, atacó al profesor que se dirigía a su trabajo en una escuela talmúdica simplemente porque llevaba sobre la cabeza esa gorra ritual –también conocida como yarmulke– que usan los varones judíos.
El presidente del Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia (CRIJ), Roger Cukierman, calificó la propuesta de Zvi Ammar de “derrotista” y de “renunciamiento” y el presidente del Consistorio Central, Joel Mergui, también condenó esa propuesta, diciendo que “renunciar a la kipá sería privarnos de nuestro judaísmo”.
La ministra de Justicia, Christiane Taubira, intervino en el debate para reafirmar que la “república laica reconoce la libertad de creencia”, y los diputados Claude Goasguen (del partido sarkozysta) y Meyer Habib (centrista) acudieron al Parlamento con una kipá en la cabeza.
Antecedentes. El llamamiento de Zvi Ammar se inspira en una idea similar lanzada en 2003 tras el ataque a una escuela judía en Gagny, en los suburbios de París. En esa ocasión, el entonces gran rabino de Francia, Joseph Sitruk, había propuesto a los judíos que usaran gorras de béisbol en reemplazo de la kipá. El último ataque agravó el sentimiento de inseguridad de la comunidad judía de Marsella, unas 70 mil personas, cifra que representa 8,2% de una población de 855 mil habitantes. La comunidad de Marsella es la segunda de Europa, detrás de la de París.
El CRIF denunció recientemente un aumento de la violencia antisemita en Francia, que pasó de 389 agresiones en 2011 a 851 en 2014. Entre enero y mayo de 2015 los ataques se incrementaron en 84%. Esas estadísticas incluyen el famoso ataque perpetrado por el yihadista Mohammed Merah en marzo de 2012 contra una escuela judía de Toulouse, en la que mató de una ráfaga de ametralladora al rabino-profesor Jonathan Sandler y a sus hijos de 3 y 6 años. Pero no contabiliza el atentado terrorista del 9 de enero de 2015, en un supermercado de París, que dejó cuatro muertos.
En este país de 67 millones de habitantes, la comunidad judía representa apenas 1% de la población. Pero 51% de los ataques racistas cometidos en Francia en 2014 estuvieron dirigidos contra los judíos.
Un éxodo sin precedentes
La violencia antisemita provocó un éxodo sin precedentes de judíos franceses: en 2015, unos 8 mil decidieron radicarse en Israel y otra “cantidad importante”, no precisada, se instaló en Gran Bretaña. El volumen de radicaciones en Inglaterra es tan grande que la Liberal Jewish Synagogue de St. John’s Wood –en el norte de Londres– contrató al rabino René Pfertzel, de Lyon, para ocuparse de la comunidad que se instaló en ese sector de la capital. Algunas escuelas de ese barrio recibieron centenares de pedidos para inscribir alumnos judíos procedentes de Francia.