Desde el Vaticano (AFP)
En el marco de su ofensiva diplomática contra una intervención militar en Siria, el papa Francisco encabezará hoy una jornada de ayuno y oración contra la guerra. En las últimas horas, el Vaticano apeló a todos los medios posibles, incluidas las redes sociales, para movilizar a católicos, ateos y fieles de otros credos para que participen en la vigilia de cinco horas que el Pontífice protagonizará en la Plaza de San Pedro. Se espera una multitud de fieles, ya que en la última oración por la paz que hizo el Papa reunió a 30 mil personas
En un gesto con fuerte simbolismo que recordó al llamado lanzado por Juan Pablo II luego de los atentados del 11S contra las Torres Gemelas, Francisco convocó el domingo pasado a una jornada mundial de ayuno y oración por la paz en Siria, en Medio Oriente y en el resto del mundo.
“He decidido convocar a toda la Iglesia para el 7 de septiembre próximo, víspera de la Natividad de María, reina de la paz, a una jornada de ayuno y de oración por la paz”, expresó el Papa ese día. Francisco invitó a participar en la iniciativa “a los hermanos cristianos no católicos y a los miembros de otras religiones”, e incluso a los no creyentes. “El 7 de septiembre en la Plaza de San Pedro, aquí, de 19 a 24, nos reuniremos en oración y en espíritu de penitencia para invocar a Dios y pedirle un gran don para la amada nación siria”, dijo el Pontífice.
Mientras sigue concentrado en su estrategia para evitar una guerra en Siria, Francisco recibió ayer en el Vaticano al presidente de Bolivia, Evo Morales. Dialogaron sobre la situación internacional y particularmente sobre las iniciativas papales para Siria. Morales había confirmado antes de la visita que adherirá a la jornada de oración y de ayuno.
Francisco recibió al mandatario boliviano con un abrazo y un apretón de manos e inmediatamente se sentaron a conversar en la sala de la biblioteca en el palacio apostólico. “Para mí es el hermano Francisco”, dijo Morales, y el Papa asintió diciendo: “Así debe ser, así debe ser”. En el encuentro, en el que ambos líderes también conversaron sobre la lucha contra la pobreza y la desigualdad social, el presidente boliviano planteó el deseo de su país de conseguir una salida al mar.
En una nota de la oficina de prensa del Vaticano, se informó que el papa argentino y Morales hablaron sobre la situación socioeconómica y religiosa del país andino, así como de “la importancia de las buenas relaciones entre la comunidad eclesial y el Estado, sobre todo en temas de común interés para el servicio de la nación”.
Durante el intercambio de regalos, Morales quiso hacer partícipe a Jorge Bergoglio de la lucha que desde hace tiempo Bolivia mantiene en organismos internacionales para conseguir una salida al mar, y le entregó un libro con el título Memoria gráfica de reintegración marítima boliviana. El gobierno boliviano ha presentado una demanda contra Chile ante el Tribunal de La Haya para conseguir que se abra una negociación y que se le conceda a Bolivia una salida al Pacífico, lo que sería un enorme impulso para la economía del país.
Ambos se despidieron con un fuerte y cariñoso abrazo. El Pontífice pidió al mandatario que “saludara a los amigos” y mencionó a “Dilma”, en referencia a la presidenta de Brasil, Rousseff.
Luego del encuentro con Evo, el Papa sigue abocado a su ofensiva diplomática para contrarrestar la posibilidad de una intervención militar extranjera en Siria. “A los dirigentes presentes [en la cumbre del G20 que finalizó ayer en San Petersburgo], a cada uno de ellos, hago un llamamiento desde el fondo de mi corazón para que ayuden a encontrar las vías para superar las posiciones de conflicto y para que abandonen el vano afán de una solución militar”, escribió el jueves en una carta dirigida al mandatario ruso Vladimir Putin, presidente temporal del G20.
Francisco condenó el pasado domingo el uso de armas químicas en Siria, pero rechazó al mismo tiempo una intervención extranjera. “El uso de la violencia no trae la paz, la guerra llama a la guerra, la violencia llama a la violencia”, alertó Bergoglio.
Aunque su predecesor Benedicto XVI había escrito algunas cartas a los presidentes de las grandes cumbres internacionales en ocasiones de guerra, la ofensiva diplomática de Francisco sólo es comparable a la de Juan Pablo II, quien en 2003 se opuso a la invasión a Irak.
El llamamiento del Papa cosechó hasta ahora numerosos apoyos de personalidades religiosas, que advierten del peligro de una guerra generalizada y cuestionan la intención de los Estados Unidos y Francia de intervenir sin el aval de la ONU.