Setenta y cinco años después de la liquidación del gueto de Vilna, la capital de Lituania, el papa Francisco rindió un homenaje silencioso este domingo a los judíos de la antaño conocida como "Jerusalén del Norte", exterminados por los nazis. Tras reunirse con numerosos devotos por la mañana en una misa celebrada en un parque de Kaunas, la segunda ciudad del país, el sumo pontífice viajó en el tiempo hacia las épocas más sombrías de la historia lituana reciente.
Llamados "litvaks", los judíos lituanos formaban, hasta los años 1940, una comunidad de más de 200.000 miembros que hicieron florecer la literatura yiddish y la vida religiosa. Muchos políticos, como el ex primer ministro israelí Ehud Barak, personajes de la cultura como el escritor Amos Oz, artistas y empresarios tienen raíces lituanas.
El exterminio que los nazis llevaron a cabo —con algunos colaboradores lituanos— afectó a prácticamente todos aquellos que habían convertido a Vilna en la la "Jerusalén del Norte". Los pocos supervivientes fueron en muchos casos ayudados por amigos lituanos, más de 800 de los cuales fueron merecedores del título de Justos entre las naciones del mundo, entregado por el Instituto Yad Vashem de Jerusalén.
En la actualidad, no quedan más que 3.000 judíos en ese país de 2,9 millones de habitantes, miembro de la Unión Europea y de la OTAN. El viaje del papa coincide con el aniversario de la liquidación del gueto, por lo que la comunidad judía solicitó reunirse con Francisco. Aunque en un primer momento la petición no surtió efecto, lo que hizo aumentar la tensión con los organizadores, según fuentes próximas al caso, al final el papa logró encontrar un momento para visitar el monumento del gueto.
Cuando hablan de la Segunda Guerra Mundial, los lituanos utilizan el plural para hablar de dos ocupaciones: la alemana y la soviética. Esta última duró varias décadas y sus primeros años estuvieron marcados por una sangrienta represión de la resistencia lituana.
La policía política de Moscú, el KGB, tomó posesión de la prisión de la Gestapo y la empleó hasta los años 1980 para detener e interrogar a curas que se negaban a aceptar el acoso contra el clero y los creyentes. Fue el caso de Sigitas Tamkevicius, en la actualidad arzobispo octogenario. Detenido en 1983, fue duramente interrogado por los investigadores del KGB, que querían interrumpir a toda costa la redacción y difusión de un boletín clandestino sobre las persecuciones de los católicos, "Crónica", que circulaba de contrabando a Occidente y era leída por las emisoras de radio que emitían desde el extranjero.
Condenado a diez años en un campo de trabajo, fue liberado en 1989, cuando el régimen totalitario empezó a desintegrarse gracias a la perestroika de Mijaíl Gorbachov. Acompañado únicamente de dos personas, el nuncio y el director de la prisión, el papa visitará su antigua celda. Y también la sala de ejecuciones, donde los condenados a muerte vivían sus últimos minutos.
Según el gobierno lituano, más de 50.000 lituanos murieron en los campos y prisiones soviéticas, así como en las deportaciones masivas de los años 1944-1953, mientras que otros 20.000 perdieron la vida en combates librados por la resistencia antisoviética.
AFP/H.B.