En una inusual definición política, el papa Francisco llamó ayer a “garantizar y desarrollar el conjunto de las instituciones democráticas”. Así, luego de una audiencia oficial en la que recibió al presidente italiano Giorgio Napolitano, el Pontífice hizo alusión a la crisis política de la que intenta salir el gobierno de Italia.
Jorge Bergoglio consideró “fundamental” proteger las instituciones democráticas “a las cuales en los decenios transcurridos contribuyeron en modo determinante, leal y creativo los católicos italianos”, en un contexto “no fácil” de inestabilidad en ese país.
La visita oficial de Napolitano se produjo luego de su reelección para un segundo mandato, como último recurso para unificar a las facciones de la política italiana en un gobierno de coalición. Tras los comicios de febrero, ninguno de los principales partidos logró una mayoría estable, a lo que se suma el inquietante regreso a escena de Silvio Berlusconi.
El último encuentro del octagenario presidente italiano con el Papa había sido con Benedicto XVI, en 2006. Bergoglio y Napolitano se saludaron con un cordial apretón de manos en la sala del Trono de los palacios vaticanos. El Pontífice dijo “gracias” tras las primeras palabras de saludo y luego ambos ingresaron en la sala de la Biblioteca para un coloquio privado que duró 25 minutos.
“No hay que perder nunca las esperanzas –dijo Francisco–. También el pueblo italiano, obteniendo con confianza y creatividad de su riquísima tradición cristiana, puede y debe superar toda división y crecer en la justicia y en la paz, continuando de este modo a desarrollar su papel peculiar en el contexto europeo y en la familia de los pueblos.” El Papa aprovechó la ocasión para expresar su reconocimiento a Napolitano y a los italianos por “el afecto caluroso” con que lo recibieron tras su elección. “¡Me hicieron sentir de nuevo en casa!”, afirmó Bergoglio.
Francisco también abordó un eje frecuente en su discurso: la defensa de la libertad religiosa. “En el mundo de hoy, la libertad religiosa sufre amenazas de varios tipos y muchas veces es violada. Los graves ultrajes provocados a tal derecho primario son fuente de seria preocupación que deben ver la concordante reacción de los países del mundo en el reafirmar, contra todo atentado, la intangible dignidad de la persona humana.”
Por su parte, Napolitano destacó que “la relación entre Estado e Iglesia no es algo fríamente institucional sino algo muy sentido y radicado en la historia” de Italia. “El cambio que se impone debe referirse a comportamientos difundidos, alejados de valores espirituales y morales que sólo pueden inspirar la búsqueda de soluciones”, agregó.