INTERNACIONAL
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Histórico: Joe Biden es el primer presidente de EE.UU. que reconoce el genocidio armenio

Por primera vez, la Casa Blanca califica así la masacre de 1,5 millones de armenios entre 1915 y 1923, pese a la oposición de Turquía, aliado OTAN, que dijo que su decisión “dañará” las relaciones entre ambos países.

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Festejos. Personas saludan la decisión de Biden en las calles de Erevan, la capital. El país aún sufre tras la guerra con Azerbaiyán del año pasado, en la que murieron casi 5000 armenios. | afp

Como un bálsamo reparador ante la herida aún abierta desde la última guerra con Azerbaiyán, que provocó miles de muertos y desaparecidos, Armenia y su diáspora esparcida por el mundo recibieron ayer con emoción la declaración del presidente Joe Biden, el primer mandatario estadounidense que se refiere como un genocidio a la masacre de armenios planificada y ejecutada por el Imperio Otomano, y luego por la República de Turquía, entre 1915 y 1923. 

Biden se convirtió en el primer presidente estadounidense en utilizar la palabra genocidio en el comunicado que la Casa Blanca acostumbra a emitir con motivo del aniversario de esta masacre, un día después de haber informado al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que lo haría, un gesto con el que trató de limitar el esperado rechazo del aliado de la OTAN.

El mandatario difundió su mensaje ayer, cuando se conmemoraba el 106 aniversario del inicio del genocidio, que provocó la muerte o la deportación en condiciones inhumanas de más de 1,5 millones de armenios de Turquía

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Armenios norteamericanos marcha en Washington.

“A partir del 24 de abril de 1915, con el arresto de intelectuales armenios y líderes comunitarios en Constantinopla por las autoridades otomanas, un millón y medio de armenios fueron deportados, masacrados o marchados hacia la muerte en una campaña de exterminio”, afirma la declaración difundida por la Casa Blanca. 

El primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, agradeció a Biden su “poderoso paso hacia la Justicia y su inestimable apoyo a los herederos de las víctimas del genocidio armenio”.

Los predecesores de Biden, comenzando con el presidente Barack Obama, se habían referido al genocidio armenio como “Medz Yeghern”, el término en idioma armenio utilizado para describir una “gran calamidad” como una de las formas para evadir el término genocidio.

La actual Turquía, nacida del desmantelamiento del imperio en 1920, reconoce las masacres, pero refuta el término genocidio, y evoca una guerra civil en Anatolia, agravada por la hambruna, en la que entre 300 mil y 500 mil armenios y otros tantos turcos murieron.

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El primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, agradeció a Biden y presentó su renuncia.

Los sucesivos gobiernos turcos rechazaron que la masacre de armenios haya sido un genocidio. En 2005, el Código Penal turco incorporó el artículo 301 que prevé la persecución penal de quienes “insulten a Turquía o a la nación turca”. Ese mismo año, el Premio Nobel Omar Pamuk fue procesado por haber afirmado en una entrevista que “nosotros los turcos matamos a 30 mil kurdos y a un millón de armenios y nadie en Turquía, incluido yo, se atreve a hablar”. 

Historia.

“Para proteger nuestro país, nuestra nación, nuestro gobierno y nuestra religión contra la posibilidad de tal peligro (…) pase lo que pase, para anticiparse a la presentación de la Cuestión Armenia en cualquier lugar y forma, y aprovechando las facilidades que nos brinda el Estado de guerra, hemos decidido acabar con esa cuestión de una vez por todas deportando los armenios a los desiertos de Arabia, exterminando ese elemento espúreo, de acuerdo con las instrucciones secretas recibidas”, afirma una circular oficial del ministro del Interior del entonces imperio otomano, Talaat Pasha, del 15 de abril de 1915.

Nueve días después, miles de armenios sospechosos de tener sentimientos nacionales hostiles al gobierno central fueron detenidos. El 26 de mayo, una ley autorizó las deportaciones “por razones de seguridad interior”, y otra ley del 13 de septiembre ordenó la confiscación de sus bienes.

La población armenia de Anatolia y de Cilicia (una región integrada a Turquía en 1921) se exilió por la fuerza en los desiertos de Mesopotamia. Muchos fueron asesinados en el camino o en los campos, quemados vivos, ahogados, envenenados o víctimas del tifus, según informes diplomáticos extranjeros y de agentes de inteligencia de la época.

En 2000, 126 investigadores, entre ellos el Premio Nobel Elie Wiesel, afirmaron en un comunicado publicado en Nueva York que el “genocidio armenio durante la I Guerra Mundial es un hecho histórico incontestable”.

Turquía.

Un día antes de reconocer oficialmente el genocidio, Biden mantuvo una conversación con su par turco Recep Tayyip Erdogan, para adelantarle su decisión. Erdogan, un autócrata que mantuvo excelentes relaciones con Donald Trump lidera un país que es miembro de la OTAN y clave como bisagra entre Medio Oriente y Europa

Como se esperaba, el presidente turco rechazó la declaración. “A nadie le beneficia que los debates –que los historiadores deberían llevar a cabo– estén politizados por terceros y se conviertan en un instrumento de injerencia en nuestro país”, dijo Erdogan en un mensaje al patriarca armenio en Estambul.

También la cancillería de Ankara rechazó el anuncio de la Casa Blanca. “Rechazamos y denunciamos en los términos más enérgicos la declaración del presidente de Estados Unidos sobre los acontecimientos de 1915 realizada bajo la presión de los círculos radicales armenios y los grupos anti-Turquía el 24 de abril”, sostuvo el ministerio, que convocó al embajador norteamericano, David Satterfield, para expresarle su descontento y advertirle que la decisión de Biden causó "una herida en las relaciones difícil de reparar". 

“La naturaleza de los acontecimientos de 1915 no cambia según los motivos políticos actuales de los políticos o las consideraciones políticas internas. Tal actitud solo sirve a una vulgar distorsión de la historia”, agregó en su comunicado la cancillería turca, para quien “la declaración del presidente de los Estados Unidos, que no está ni legal ni moralmente autorizado para juzgar asuntos históricos, carece de valor”. 

Por su parte, un alto funcionario de Washington dijo a los periodistas acreditados en la Casa Blanca que Biden no es culpar a la Turquía moderna, “un aliado clave de la OTAN”. “La intención del presidente es hacer esto de una manera ejemplar centrada en los méritos de los derechos humanos, y no por ninguna razón más allá de eso, incluida la de echar la culpa”, afirmó el funcionario. 

Distancia.

Biden, cuya llamada a Erdogan para informarle del reconocimiento del genocidio fue su primera conversación desde que el líder estadounidense asumiera el cargo hace tres meses, señaló que esperaba contener las consecuencias. Según funcionarios, ambos mandatarios acordaron reunirse en junio al margen de una cumbre de la OTAN en Bruselas

Erdogan pidió el jueves a sus asesores que “defiendan la verdad contra aquellos que apoyan la mentira del supuesto ‘genocidio armenio’”, mientras su ministro de Asuntos Exteriores advirtió que Estados Unidos haría retroceder las relaciones. 

Más allá de las declaraciones, Turquía no anunció ninguna medida de represalia de forma inmediata, lo que contrasta con las airadas medidas que ha tomado anteriormente por decisiones occidentales sobre el reconocimiento del genocidio. La tensión con Turquía aumentó considerablemente en los últimos años por la compra de un sistema de defensa aérea a Rusia –el principal adversario de la OTAN– y sus incursiones contra los combatientes kurdos pro-estadounidenses en Siria. 

Biden ha mantenido distancia con Erdogan, al contrario que Trump, a quien el líder turco consideraba tan cercano que lo llamaba directamente a su teléfono en el campo de golf.

Reconocimiento.

El reconocimiento del genocidio ha sido una de las prioridades para los armenios y su diáspora, junto a más apoyo contra el vecino Azerbaiyán, al que apoya Turquía.

El 20 de abril de 1965, Uruguay fue el primer país que reconoció el genocidio armenio. En Francia, el reconocimiento se produjo mediante una ley en 2001, y se celebró por primera vez un día nacional de conmemoración, el 24 de abril de 2019. La negación del genocidio ahí no se penaliza, a diferencia de Suiza, Chipre o Eslovaquia.

En total, los parlamentos de una treintena de países han votado leyes, resoluciones o mociones de reconocimiento explícito del genocidio armenio. Se trata de Alemania, Argentina, Austria, Bélgica, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Chipre, Estados Unidos, Francia, Grecia, Italia, Líbano, Lituania, Luxemburgo, Paraguay, Holanda, Polonia, Portugal, Rusia, Eslovaquia, Suecia, Suiza, Uruguay, Vaticano y Venezuela. En febrero de 2020, en el contexto de fuerte tensión entre Damasco y Ankara, el parlamento sirio lo reconoció.

Estas votaciones, que emanan a veces solo de una de las cámaras del Parlamento y con las que los gobiernos pueden tomar sus distancias, tienen alcances jurídicos diferentes. El Parlamento Europeo reconoció el genocidio armenio en 1987.

Entre los países donde se ha votado recientemente una resolución reconociendo el genocidio figuran Holanda en 2018 y Portugal en 2019. En Alemania, el Bundestag también adoptó una resolución en 2016, aunque la canciller Ángela Merkel la calificó de no vinculante.

El 24 de abril de 2015, en plena conmemoración por Armenia del centenario del genocidio, el papa Francisco lo mencionó como el “primer genocidio del siglo XX”.

 


La declaración completa

Vemos ese dolor. Honramos la historia

Joe Biden

Cada año, en este día, recordamos las vidas de todos los que murieron en el Genocidio Armenio de la era otomana y volvemos a comprometernos a evitar que esa atrocidad vuelva a ocurrir. A partir del 24 de abril de 1915, con el arresto de intelectuales armenios y líderes comunitarios en Constantinopla por las autoridades otomanas, un millón y medio de armenios fueron deportados, masacrados o marchados hacia la muerte en una campaña de exterminio. 

Honramos a las víctimas de Medz Yeghern para que los horrores de lo sucedido nunca se pierdan en la historia. Y recordamos para estar siempre alerta contra la influencia corrosiva del odio en todas sus formas.

De los que sobrevivieron, la mayoría se vieron obligados a buscar nuevos hogares y nuevas vidas en todo el mundo, incluso en los Estados Unidos. Con fuerza y resistencia, el pueblo armenio sobrevivió y reconstruyó su comunidad. A lo largo de las décadas, los inmigrantes armenios han enriquecido a Estados Unidos de innumerables formas, pero nunca han olvidado la trágica historia que trajo a tantos de sus antepasados ​a nuestras costas. Honramos su historia. Vemos ese dolor. Afirmamos la historia. Hacemos esto no para culpar, sino para asegurarnos de que lo sucedido nunca se repita.

Hoy, mientras lloramos lo perdido, volvamos también nuestros ojos hacia el futuro, hacia el mundo que deseamos construir para nuestros hijos. Un mundo no manchado por los males cotidianos del fanatismo y la intolerancia, donde se respetan los derechos humanos y donde todas las personas pueden llevar su vida con dignidad y seguridad. Renovemos nuestra determinación compartida de evitar que se produzcan atrocidades en el futuro en cualquier parte del mundo. Y busquemos la curación y la reconciliación para todas las personas del mundo. El pueblo estadounidense honra a todos los armenios que murieron en el genocidio que comenzó hoy hace 106 años.”