El creador del nazismo, el ingeniero del plan para mandar a la muerte a millones de judíos y el hombre que se obsesionó con la creación de la raza aria a costa de la desaparición de homosexuales, inválidos, gitanos, negros y todo lo que fuera diferente fue, llamativamente, un gran amante de la música creada por su enemigo.
Efectivamente, Adolf Hitler pasaba horas deleitándose con música compuesta por compositores judíos y rusos, esos mismos a los que enviaba sin consentimiento a morir en los campos de concentración, consigna el portal español elmundo.es.
El hallazgo en junio pasado de lo que sería la colección musical del canciller alemán está compuesta por 100 discos que confirman una admiración por Richard Wagner, Ludwig van Beethoveen, pero además incluye a los rusos Alexandre Borodin o Sergei Rachmaninoff.
Sin embargo, lo más llamativo de la obra que atesoraba el dictador es el disco del ruso Peter Tchaikovsky, que incluía una pieza del violinista polaco de origen judío Bronislaw Huberman, quien debió abandonar Europa tras la invasión nazi a comienzos de la Segunda Guerra Mundial.
Esta colección de discos pasó mucho tiempo guardada en el búnker donde dicen que el Führer pasó sus últimos días. Luego de la caída del nazismo un capitán ruso de nombre Lew Besymenski accedió al refugio y se llevó todos los vinilos, según explica el diario alemán Der Spiegel.
La colección de Hitler salió a la luz cincuenta años después de ser hallada, por insistencia de la hija de Besymenski, quien descubrió el pequeño "tesoro" que su padre escondía en el altillo de la casa en donde pasaban los veranos con bastante recelo.