Durante los últimos tres meses, el escenario electoral holandés estuvo ampliamente dominado por la figura polémica de Geert Wilders. Un político conocido en su país, que logró visibilidad internacional cuando prometió que cerraría las mezquitas, prohibiría el Corán y el ingreso de refugiados musulmanes, y convocaría un referendum para que el país abandone la Unión Europea.
Aunque sus medidas son extremistas y su retórica incendiaria, el ascenso de Wilders alertó a la clase política europea que desestimó el Brexit y el triunfo de Donald Trump, y ahora no quisiera llevarse otra sorpresa.
Lo cierto es que en los últimos días, las encuestas que anteriormente señalaban a Wilders como el candidato con mayor intención de voto, han empezado a colocarlo en segundo o incluso tercer lugar. Por delante de él, podrían aparecer el actual Primer Ministro, Mark Rutte, del Partido por la Libertad y la Democracia, el líder del Partido Verde, Jesse Klaver, o bien Sybrand van Haersma Buma, de la Democracia Cristiana.
En cualquier caso, ninguna de las fuerzas políticas que compiten lograría una mayoría de 76 asientos en el Parlamento necesarios para formar gobierno por sí misma. Por otra parte, todos los candidatos han asegurado que de ninguna manera formarían una coalición con Wilders. Una promesa frágil, sobre todo para Rutte, que contó con el apoyó del líder ultranacionalista hasta el 2012, cuando este último se apartó por rechazar un plan de austeridad que impulsaba la Unión Europea.
Al margen de las posibilidades reales de Wilders, su discurso anti-inmigrantes, anti-musulman, y su defensa de la identidad nacional ha sido un tema central de la campaña electoral. Y es, por estos días, un asunto de debate en todo el bloque europeo.
Yessir Yactur nació en la ciudad holandesa de Helmond, pero sus padres son originarios de Nador, en Marruecos.
“Desde que nací aquí y viví mi vida entera aquí, nunca me sentí excluido, al contrario”, afirma este joven que actualmente trabaja como gerente de licitaciones. “Siempre sentí mi herencia marroquí y musulmán como un enriquecimiento”.
Sin embargo, en este último tiempo, Yactur ha observado con temor el ascenso del nacionalismo populista que pregona Wilders. “Creo que es un hombre peligroso. Sus propuestas han hecho que muchos musulmanes en Holanda sientan temor por su futuro”.
A pesar de su preocupación, confía en que el sistema democrático impida que se concreten sus propuestas. “Creo que nuestra constitución salvaguardará la libertad religiosa. E incluso si el partido de Wilders obtiene el primer lugar en estas elecciones, nuestro sistema multipartidista va excluirlo de cualquier formación de gobierno”.
Anna Hartog es holandesa, de la ciudad de Utrecht, donde trabaja como asesora del gobierno. Para ella, “asuntos como el medioambiente y la sustentabilidad también han sido muy importantes en esta elección”.
Hartog cree que el Partido de Wilders, obtendrá la mayor cantidad de votos, “siguiendo la tendencia global”. Sin embargo, espera que se “vea forzado a formar una coalición con partidos de izquierda que puedan minimizar su poder”.
Hasta última hora, no estaba segura de su elección. “Tengo dudas ya por un largo tiempo. Creo que será muy bueno para Holanda tener un partido de izquierda con mayoría por primera vez en 20 años. Por eso creo que votaré a GroenLinks” (Partido Verde).
Aunque Hartog no se enfoque en la cuestión migratoria o musulmán, como sucede con Yactur, su posible elección por el Partido Verde también está relacionada con esa problemática. Jesse Klaver, que es líder de Groenlinks y basa su campaña en la defensa del medio ambiente, es hijo de un padre marroquí y una madre con descendencia de indonesia. Por lo tanto, la cuestión de los inmigrantes no es para él un asunto periférico.
En una entrevista a Reuters afirmó que desea cambiar la situación de los inmigrantes que se sienten excluidos. “Es terrible cuando la gente que nació en Holanda tiene el sentimiento de que no son parte de la sociedad, y eso no es algo de lo que sentirse orgullosos, más bien avergonzados”.
“Mi principal preocupación es que Holanda está usando demasiado combustibles fósiles en vez de invertir más en energías renovables”, afirma un joven estudiante de Comercio Exterior que prefiere no revelar su nombre.
Sobre la cuestión de los musulmanes, afirma que solo le preocupan aquellos “radicales que quieren imponer su religión y creen que su religión es la única correcta”.
Sin embargo, sí expresa reparos respecto del ingreso de refugiados en la Unión Europea. “Alemania y Holanda han aceptado muchos refugiados y de forma muy rápida. Alemania tiene una población de 60 millones y ha aceptado 2 millones de refugiados. Es decir, un refugiado cada 30 alemanes. Ese ratio es demasiado alto, y 30 alemanes no son suficientes para pagar por cada refugiado (con ¡impuestos!)”. En rigor, Alemania recibió en 2015 y 2016 1 millón 300 mil refugiados, aunque inicialmente se habían presentado solicitudes de asilo por unos 2 millones.
Erik van Bruggen, asesor político de la Agencia de Campañas Políticas BKB, explica que la atracción que sienten los votantes por un partido como el de Wilders, se debe a razones similares al Brexit y a la elección de Trump. “La gente no se siente conectada con los partidos en el poder, estos partidos han gobernado en una plataforma rígida y no han comunicado tan bien sus elecciones”.
Bruggen señala que, de acuerdo a investigaciones, un 75% de la población del país está abierta a un cambio, y en ese contexto “el Partido Verde y el Partido de Wilders podrían atraer mucho votantes ya que expresan un mensaje de esperanza y cambio”.
Ni Hartog, ni Yactur, ni la persona que prefiere mantenerse en el anonimato, han puesto a la economía entre sus principales preocupaciones. El hecho tiene una explicación. La situación económica de Holanda es una verdadera panacea. Su déficit no supera el 1,1% del Producto Bruto Interno; el desempleo es del 5.7%; la inflación promedio durante el 2016 fue del 0,32%; y el crecimiento esperado para el 2017 según el Banco Central es de un 2,3.
Un panorama muy distinto al de otros países de la Unión Europea como Grecia, España, Italia o incluso Francia, que estarán tan pendientes como Alemania, de saber los resultados de la primera elección importante en el continente durante el 2017.