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opinión

Israel, entre hachas terroristas y festejos nacionales

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Muerte. Una de las víctimas del ataque del jueves. | afp

El jueves, cuando los israelíes aún celebraban su 74° aniversario de independencia, llegó un nuevo/ viejo recordatorio de los desafíos con los que tiene que lidiar, al ser cometido un terrible atentado terrorista en la ciudad de Elad. Dos terroristas palestinos de 19 y 20 años, que al parecer entraban ilegalmente a Israel e inclusive trabajaban en la ciudad, llegaron a su parque central en el que había numerosas familias enteras aprovechando el asueto nacional, y comenzaron a atacar civiles a hachazos. Lograron matar a tres hombres y dejaron a otros cuatro seriamente heridos. En un instante, 16 niños se convirtieron en huérfanos, algunos de ellos después de presenciar el horroroso asesinato de sus padres. 

Esto es un resultado directo clarísimo de la incitación del jefe de la organización terrorista Hamas desde la Franja de Gaza, Yehia Sinwar, quien exhorta constantemente a perpetrar atentados. Hace tan solo unos días pronunció un discurso especialmente grave, en el que llamó explícitamente a los árabes ciudadanos de Israel y también a los palestinos residentes en Cisjordania (Judea y Samaria) a atacar israelíes con todo lo que puedan, con armas de fuego, cuchillos de cualquier tipo o hachas, lo que tengan. Utiliza peligrosamente el elemento religioso, demonizando a Israel y presentándolo como quien “pone en peligro” a la mezquita de Al Aqsa, aunque son palestinos extremistas los que están profanando su propio santuario desde hace muchas semanas. 

Hay mucho para escribir sobre cómo se debería actuar en este momento. Pero en esta nota quisiera concentrarme en otra cosa: en la amenaza constante que significa la incitación al odio y en la abismal diferencia entre cómo vive Israel y cómo se está manejando la sociedad palestina.

Yo siempre creí que la mayoría de la población palestina quiere para sus hijos lo que yo quiero para los míos: que crezcan en paz y felicidad, con salud. Me niego a creer que la mayoría apoya el terrorismo. Pero al mismo tiempo, los responsables de lo que está pasando no son solo los que empuñan las armas, aprietan el gatillo, acuchillan o matan a hachazos. Los responsables son los que incitan, llaman a cometer atentados, los que salen a repartir golosinas por las calles a celebrar la muerte de más israelíes, y los que gritan por los parlantes de las mezquita “Alá hu-Akar” o sea “Dios es grande”, al enterarse de los muertos en Israel. Y si realmente la mayoría se opone, no da ninguna muestra de ello. El problema es que lo que se impone en el discurso público –y cabe destacar que no solo de Hamas– es la postura extremista favorable al asesinato.

El único consuelo ante esta situación que sigue cobrando víctimas, es pensar dónde está Israel y dónde están los terroristas que imponen desgracia a su propio pueblo. En Israel, en Beit Hanasí, la residencia oficial del presidente, se celebró ayer de mañana iom haatzmaut, el aniversario por los 74 años del Estado. El presidente, el primer ministro, el jefe de tzahal y toda la cúpula máxima, recibieron a 120 soldados sobresalientes de distintas unidades, destacados por su forma de ejercer su servicio militar, obligación ciudadana. Entre ellos, una mayoría judía por cierto, pero también varios que no son judíos, nativos de Israel, inmirantes llegados de distintos confines del mundo,  miembros de todas las comunidades variadas que componen el mosaico israelí. Por la tarde, se llevó a cabo, como todos los años en iom haatzmaut, la ceremonia de entrega del máximo galardón del Estado a figuras destacadas por su quehacer, investigación científica, humanística, desarrollo médico, o por una vida dedicada a una obra especial como ser la música de avihu medina. Y desde Gaza llegaron horas después las fotos de palestinos distribuyendo carameos a la gente para celebrar que en Israel había tres muertos más mientras de los parlantes de las mezquitas gritaban loas a Alá por ello. Y un caricaturista de Gaza seguro, así estimamos, que rinde homenaje a su causa, publica un dibujo en el que en la palabra palestine, en letras latinas, la P inicial es de hecho un hacha.  

Como dibujante, muy ingenioso. Como expresión de un sentimiento nacional, terrorífico. Quiero creer que entre los palestinos hay mucha gente normal que aunque no haga nada contra el fenómeno, se horroriza al verlo y dice, no, eso no nos debe representar. Pero por ahora, lo que se impone es el discurso a favor del terrorismo y la muerte. 

Israel, por eso, debe seguir muy alerta.

*Desde Tel Aviv.