La invasión israelí de la Franja de Gaza venía anunciándose desde hace tiempo y parece haber sorprendido a pocos. Sin embargo, mientras los combates avanzan, continúa plagada de interrogantes la que ya es la mayor operación militar en el territorio desde la retirada israelí de 2005. El gobierno del primer ministro saliente Ehud Olmert había amenazado con la entrada de los tanques en el caso de que el movimiento islamista Hamas y otras organizaciones palestinas continuaran lanzando cohetes y granadas de mortero contra ciudades israelíes limítrofes. Los intensos ataques aéreos de la operación "Plomo Fundido" dejaron ya hasta el sábado más de 450 muertos y 2.300 heridos palestinos.
Pero pese al baño de sangre y a la destrucción de infraestructuras de Hamas como cuarteles, túneles o polvorines, fueron disparados más de 400 cohetes contra Israel en sólo ocho días. Por todo ello, el gabinete de seguridad israelí decidió que "Plomo Fundido" entrara en una segunda fase, cuyo objetivo ser tomar el control sobre los territorios desde los que se lanzan los cohetes que, según recuentos israelíes, han dejado 32 muertos en siete años.
Israel retiró hace ya más de tres años sus soldados y sus asentamientos de la superpoblada franja de Gaza, en la que en una superficie de apenas 10 por 40 kilómetros, viven casi un millón y medio de palestinos. Un portavoz del Ejército aseguró hoy que no es la intención de Israel la de reconquistar el territorio. Pero por el momento no está claro hasta dónde pretende llegar Israel con sus ataques ni qué podría considerarse una victoria para el invasor.
No obstante, Hamas dispone de más de 16.500 hombres armados, a los que se unen miles de milicianos de otras fracciones palestinas. Se trata pues de un verdadero Ejército. Los servicios secretos israelíes creen además que Hamas ha excavado túneles y los ha llenado de explosivos y que también ha colocados coches bomba en las calles para hacerlos explotar al pasar las tropas.
Pese al alto número de víctimas ya registradas, Hamas podría presentar de por sí como una victoria el final de la operación. Por el momento, el grupo islamista se muestra desafiante y promete convertir Gaza en una "tumba" de soldados israelíes. Su líder político en el exilio, Jaled Meshaal, amenazó también con la captura de soldados israelíes, después de mantener ya secuestrado desde junio de 2006 en la Franja de Gaza al joven cabo Gilad Shalit.
La operación tiene lugar en plena campaña electoral israelí de cara a los comicios generales del 10 de febrero. Por ello, su desenlace ser decisivo para la actual coalición de gobierno liderada por el centrista Kadima de Olmert y su ministra de Relaciones Exteriores, Tzipi Livni, y el Partido Laborista de Barak. En una sociedad altamente identificada con su Ejército, sería desastroso para el actual gobierno un alto número de víctimas entre los militares israelíes.