Un viejo proverbio japonés reza: "si caes siete veces, te levantarás ocho" (nanakorobi yaoki). "Japón vive uno de sus momentos más difíciles desde la II Guerra Mundial", fueron las palabras del premier Naoto Kan en una de sus tantas conferencias de prensa. A pesar de las terribles imágenes que nos llega por la TV e Internet, gran parte del pueblo japonés ya volvió a sus actividades. O casi. Desde Tokio hasta la isla de Okinawa (en el sur del país), millones de personas tratan de seguir adelante y colaborar con las víctimas del sismo y tsunami que dejaron más de 6000 muertos y pérdidas materiales por varios miles de millones de dólares.
Contra todo lo que piensa Occidente, el pueblo japonés conserva la calma. Confía en que volverá a reponerse de esta página negra de su historia, tal como lo hicieron después de la derrota en 1945 y repudiable ataque con bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki.
Sin relativizar su impacto socioeconómico y ambiental, el desastre pudo ser peor. Hace poco menos de un año presenciamos cómo Haití y Chile sufrieron las consecuencias de terribles sismos. En el país caribeño fallecieron más de 300 mil personas y mientras que en el transandino, las pérdidas no tienen precedentes en su historia. El secreto nipón es la gran cantidad de dinero invertido en infraestructura y educación (a modo de ejemplo: todo niño en Japón conoce desde la escuela qué hacer en caso de un terremoto). También los conocimientos e investigaciones en la materia, sobre todo después de terremotos brutales como el de Kobe, en 1995.
En mi familia siempre resuena una vieja historia sobre una discusión entre mis abuelos sobre la recuperación de Japón tras la II Guerra Mundial. Ella nunca creyó que un país devastado y sin esperanzas lograra resurgir y prefirió mirar hacia el futuro, sus hijos y esta tierra lejana llamada Argentina. Hoy, con 91 años y varios problemas de salud, es difícil que entienda lo que está sucediendo, pero seguramente le daría la razón al abuelo.
Japón, ese extraño país al que muchos admiramos no sólo por su tecnología, su cultura y su historia, sino por esa capacidad para sobreponerse, una y otra vez, ante la adversidad. "Nanakorobi yaoki", es una muestra de un pueblo que nunca bajará los brazos, tal cual lo demuestran las cientos de personas que trabajan para evitar un desastre nuclear en la inestable planta de Fukushima. Tiene que servir para inspirar a la Humanidad.
(*) Editor Ejecutivo de Perfil.com. Nieto de japoneses.