Kim Jong-un tiene motivos para festejar. Se llevó de la reunión con Donald Trump un botín nada despreciable. No solo se validó internacionalmente, al tener una bilateral con el presidente de la máxima potencia mundial, sino que también ganó tiempo al prometer la desnuclearización de su país sin aclarar cómo la llevará a cabo, al tiempo que consiguió guiños económicos de China para levantar, o al menos suspender, las sanciones internacionales aprobadas en Naciones Unidas.
Pyongyang tiene poderosos motivos para buscar la distensión con la Casa Blanca. “El objetivo estratégico fundamental de Kim no cambió: es la supervivencia de su régimen”, explicó a PERFIL Greg Scarlatoiu, director ejecutivo del Comité para los Derechos Humanos en Corea del Norte, una ONG con sede en Washington. “El quería la cumbre para minar las sanciones y la ‘campaña de máxima presión’ que estaba erosionando su régimen”, agregó. Esa ofensiva internacional podría revertirse si prospera el diálogo con la Casa Blanca.
Si bien China no participó de la histórica cumbre de Singapur, su Cancillería reaccionó inmediatamente tras la firma del documento final. “Las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU sostienen que si Corea del Norte las respeta y actúa en concordancia, las sanciones pueden ser ajustadas, incluso ser suspendidas o removidas”, declaró el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores, Geng Shuang. Música en los oídos de Kim.
Prestigio y defensa. Pero el dictador norcoreano también tiene otras motivaciones. La foto con el jefe de Estado norteamericano fue buscada infructuosamente por su abuelo, Kim Il-sung, y su padre, Kim Jong-il. Hoy, el joven de 34 años puede congratularse de haber sido el primer líder de su país en ser tratado de igual a igual por su par norteamericano.
La suspensión de ejercicios militares de Estados Unidos y Corea del Sur es otro triunfo diplomático que la delegación norcoreana se llevó a Pyongyang. En contrapartida, firmó un vago documento donde se comprometió a la “desnuclearización”, sin emprender ninguna medida en concreto en ese sentido. “En el largo plazo, Kim busca el retiro de las fuerzas militares de Estados Unidos en Corea del Sur y el fin de la alianza de esos dos países”, aseveró Scarlatoiu.
Los ministros de Defensa de Corea del Sur, Song Young-moo, y de Estados Unidos, James Mattis, hablaron ayer por teléfono para discutir la suspensión de los ejercicios, que estaban previstos para agosto e incluirían un ensayo para invadir Corea del Norte. “Creo que el momento para la suspensión de las maniobras es el correcto. Con este gesto Trump podría acelerar el proceso de desnuclearización”, aseguró ayer Moon Chung-in, asesor especial del presidente surcoreano Moon Jae-in.
Pero Kim aún no avanzó en la entrega de su arsenal nuclear. Quizás aún recuerde la amenaza proferida por George W. Bush cuando él era adolescente y su padre gobernaba los destinos del país. Por ese entonces, el republicano incluyó a Corea del Norte en el “eje del mal”, junto a Irak e Irán. Poco después, Saddam Hussein, que no tenía armas nucleares, fue derrocado y ejecutado. Irán lanzó un programa nuclear. Para Kim, sus armas son la única garantía para sobrevivir.n