INTERNACIONAL
Luiz eduardo de soares

"La clase media vio en Brasil la represión que sólo veía en películas"

Violencia. Soares es investigador de la Universidad de Río de Janeiro y autor del libro Tropa de elite. Analizó las protestas en Brasil.
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Las protestas que sacudieron Brasil durante la última edición de la Copa Confederaciones sorprendieron al gobierno, a los partidos opositores, a los medios y a los intelectuales. Después se sumó la brutal represión policial en ciudades como Río y San Pablo, y las marchas se expandieron como una tormenta. Luiz Eduardo Soares, investigador de la Universidad de Río de Janeiro y autor del libro Tropa de elite, la obra en la que está basada la película homónima sobre el temible escuadrón que opera en las favelas, dice que llevará décadas entender la magnitud de un fenómeno que marcó el regreso de las clases medias a la calle.

—¿Es posible entender ahora qué fue lo que pasó?
—Fue un fenómeno nuevo,  sin organización, sin dirección visible, sin método ni propuesta, y con una multiplicidad de voces y propuestas.
—¿Hay un punto de consenso en esa dispersión?
—El colapso de la representación política. Las manifestaciones repudiaron sus instituciones representativas, fue una protesta contra la forma de partidos. La población siente que esa forma es hipócrita, teatral.
—¿Por qué estalló durante la Copa Confederaciones?
—Hay una narrativa lograda que inscribe a Brasil en la historia de los grandes eventos, con las olimpíadas, la copa del mundo, con inversiones millonarias. Y lo que pasó fue que el gran evento se desplazó del estadio a la calle. El 2013 será recordado en Brasil como el año de las grandes manifestaciones. La clase media, de la que se habla como un logro, ha pedido el protagonismo que tanto le han dicho que tiene en estos tiempos: ahora quiere más, y eso incluye un poco de justicia.
—¿Cómo evalúa la respuesta de Dilma Rousseff?
—Una comedia no podría haber funcionado mejor. Hubo algo muy positivo, y no es preciso ser un genio para entender que es lo que debía pasar al ver que el 80% de la población apoyaba las manifestaciones, y fue que Dilma tuvo la virtud (consultando a Lula) de ver que era algo poderoso y progresista. En ese sentido, la respuesta fue buena. Pero en primer término fue muy maquillada, forzada, y parecía algo retórico.
—¿Es entendible lo que sucedió sin analizar la actuación de la Policía?
—La Policía ayudó por la provocación. La clase media vio en Brasil, en primer plano, la violencia policial que sólo había visto en las favelas a través del cine. Llegó a la clase media la experiencia de lo que la Policía hace a diario en los barrios pobres, aunque hay que decir que con balas de goma, en este caso. La Policía fue decisiva para la emergencia de las movilizaciones en esa escala histórica: la violencia fue tal y tan escandaloso el uso de balas goma y gases, que los grandes medios que inicialmente habían demando orden cambiaron hacia una posición de crítica a la Policía, y en dos o tres días el país estaba en las calles.
—¿Qué puede esperarse de cara al Mundial 2014?
—Me cuesta imaginar que la copa del mundo ocurra en Brasil. Pero si ocurre, las noticias no serán sólo sobre la copa, sino sobre los conflictos que habrá alrededor de ella. Es también un año electoral para la presidencia, y presumo que será muy polarizado. Si se mantiene la copa, porque debe resultar casi imposible suspenderla, la idea de que la Policía sea capaz de viabilizar todo intensificando la represión ya no es tan aceptable: hay costos políticos graves y dificultades prácticas concretas cuando son tantos miles las personas que salen a la calle. El 2014 no será sólo el año de la copa.

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