Brasil, el cuarto país del mundo en población carcelaria –con casi la mitad de ellos sin condena– vivió en los últimos días una serie de masacres que revelan una lucha sorda entre dos grandes facciones que controlan los grandes penales del país: Primeiro Comando da Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV).
El primer motín, el 2 y 3 de enero, en Manaos, Amazonas, dejó 56 muertos y no fue un enfrentamiento entre los dos grupos, sino entre el PCC y otro grupo, Familia del Norte (FDN), aliado del CV. Otro motín sucesivo ocasionó la muerte de 31 reclusos en Roraima, también en el norte.
Historia. La formación de los comandos se debió a una estrategia de supervivencia de los detenidos.
En el caso del CV, surgió en la década del 70 y emerge, aunque luego se expande a otros territorios, en Río de Janeiro. El PCC nació en la década del 90 en San Pablo, como consecuencia de la masacre de Carandiru en 1992, donde murieron 111 reclusos.
Los comandos surgieron con el objetivo de organizar tanto a los presos como a sus familiares. Hasta cuentan con estatutos donde reivindican sus derechos como presos, los que consideran que son violados al tener las cárceles superpobladas, y condiciones completamente precarias.
“Los presos están obligados a organizarse por el sistema carcelario injusto que hay. Decir que la disputa es por el narcotráfico es la postura fácil”, explica a PERFIL la investigadora Vera Malaguti Batista, profesora de Criminología de la Universidad Estatal de Río de Janeiro.
“Cuando hay alguien que entra por un robo de celular, le preguntan ‘¿cuál es tu banda?’ y si no tiene, se lo aconsejan de acuerdo al lugar donde vive porque de esa manera recibe ayuda y también su familia”, agrega Batista, que lidera el Instituto de Criminología Carioca.
Sin embargo, para las autoridades penitenciarias las cosas son más directas, y los motines y violencias tienen un origen evidente en disputas por el narcotráfico.
“El PCC y CV se disputan el tráfico de drogas en la región. La dirección del PCC se encuentra en el sureste de Brasil, mientras que el CV está también en la región y tienen alianzas con otras facciones”, afirmó a PERFIL un vocero de la Secretaría de Estado de Seguridad Pública del Estado de Amazonas, donde estalló el último de los motines.
Según el portavoz, “en Amazonas el Comando Vermelho es aliado al FDN, que es la facción más grande del estado, pero ambos hacen cooptación de criminales para el tráfico de drogas”.