INTERNACIONAL
alarmante fenomeno

La crisis no se detiene y se multiplican los neonazis en Europa

Los partidos de extrema derecha reciben ahora más apoyo que hace un año. En Atenas reparten comida “sólo para los griegos” y en Hungría quieren hacer “listas de los judíos”. El nuevo huevo de la serpiente.

Aurora dorada. El partido neonazi de Grecia se convirtió en un sorpresivo y preocupante símbolo de la Europa del desempleo y el fin del Estado benefector.
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“Levantaos, mostrad vuestro respeto al líder”, exigían los guardaespaldas de Nikolaos Michaloliakos, cabeza del partido griego Aurora Dorada, durante su primera rueda de prensa, cuando la agrupación neonazi entró por primera vez en el Parlamento. Un año después, los sondeos la ubican como la tercera fuerza política del país. “Grecia pertenece a los griegos”, “Fuera los extranjeros” son los gritos que profería una muchedumbre la semana pasada, frente a la sede del partido. La ocasión: un reparto de alimentos “sólo para griegos”. El programa se suma a otros, como la red sanitaria Médicos con Fronteras y un banco de sangre, exclusivos para quienes demuestren ser griegos de nacimiento.

La polémica organización helena, cuya insignia remite sin pudor a la esvástica nazi, no es un caso aislado en la Europa con problemas financieros. Los partidos de ultraderecha, populistas y xenófobos, se expanden por todo el continente. “Las crisis económicas siempre favorecen las condiciones para que estos movimientos crezcan”, explica el doctor en Ciencia Política Sergio Morresi, autor de La nueva derecha argentina.

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El desempleo, la pérdida de derechos sociales y el deterioro en la calidad de vida, que se profundizaron en los últimos años, llevaron a los europeos a salir a la calle con protestas de todo tipo. “En esa búsqueda caótica de nuevas representaciones todos los sectores están haciendo su juego para lograr darle expresión al descontento social”, agrega Marcelo Saguier, investigador de Relaciones Internacionales en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).

De cara a las elecciones de septiembre próximo, las encuestas le dan al Partido de la Libertad de Austria el 27% de intención de voto, mientras que en el último sufragio había obtenido el 18%. Y no es el único alarmante ejemplo a tener en cuenta.

El Movimiento por una Hungría Mejor, antisemita y contra los gitanos, pasó de no tener representación parlamentaria en 2006 a convertirse en tercera fuerza política del país en 2010, con 44 bancas en la Asamblea Nacional. Uno de sus diputados, Márton Gyöngyösi, exigió en noviembre pasado que se preparen “listas de los judíos que viven en el país, sobre todo los que están en el gobierno y en el Parlamento, que suponen un riesgo para la seguridad de Hungría”. Se trata de un fenómeno que crece en toda Europa. Los Verdaderos Finlandeses supieron multiplicar por ocho su número de escaños en 2011. Un récord. Y Dinamarca, Suiza, Noruega, Suecia, Bélgica y España también cuentan con versiones propias de estos movimientos.

El mensaje común es el rechazo a la Unión Europea, la exaltación de la identidad nacional y la inmigración como chivo expiatorio de la crisis. “Los une la idea de limpiar el continente de los elementos exógenos que contaminan su pureza cultural”, subraya Saguier. 

El ex cónsul argentino en Atenas, Martín Lafforgue, también ve que los procesos simultáneos de crisis y llegada de inmigrantes han creado un terreno fértil para el racismo, que fue absorbido en gran parte por los jóvenes: en las últimas elecciones presidenciales de Francia, Marine Le Pen fue la favorita en la franja etaria de entre 18 y 24 años. La juventud, por ser principal víctima del desempleo, es el sector más vulnerable a cualquier llamado que les ofrezca una salida fácil de la crisis, como echar a los extranjeros o abandonar el euro.

Respecto de los alcances de estas fuerzas en el futuro de Europa, Saguier recuerda que el nazismo también logró triunfar por la vía democrática. “Que un movimiento acepte las reglas del juego para llegar al poder no quiere decir que las respete después”, señala.

Por su lado, Morresi ve a la ultraderecha como “algo peligroso pero no en términos inmediatos”, aunque advierte que la experiencia exitosa del xenófobo Jörg Haider en Austria, hijo de padres nazis, muestra que “las cosas pueden suceder en cualquier momento”. Y esto es algo para tener siempre en cuenta.