Desde el Vaticano
Con el “buona sera” se los ganó a todos. “¿Viste con qué estilo se presentó? Qué sencillez, qué humildad”, comenta encantada la madre Letizia, una monja de la orden de Santa Clara llegada a Roma desde Platí, al sur de Italia, con el tren de las 5 de la mañana.
La misma reacción la tuvo el ex ministro Andrea Riccardi, ex responsable del Ministerio para la Cooperación del gobierno saliente de Mario Monti. “Se presentó con un simple ‘fratelli e sorelle, buona sera’, con modales sencillos y directos –dice admirado Riccardi–. Va a tener un impacto inmediato sobre
la gente.”
“Humanidad y humildad”, es lo que nota también Antonio Spataro, el director de Civiltà Católica, la revista de los jesuitas. “La vida de Bergoglio siempre fue sin lujo –agrega Sapataro –. Vivía en un departamento sencillo, nada de lujos.”
Si el nombre Francisco fue elegido por marcar un cambio en la imagen del papado hacia la sencillez franciscana, la operación salió perfecta. En los comentarios entre los fieles en las callecitas de los alrededores de la plaza de San Pedro, se destaca el estilo sobrio de Francisco apenas el papa argentino apareció en el balcón para dar el saludo.
“No tiene la cruz de oro”, fue la primera imagen que recogieron los televidentes. “No parece un hombre de 77 años –se entusiasma una señora mirándolo en la pantalla del café San Calisto, en el barrio de Trastevere–. Mirá qué espalda tiene.” Pero el marido agrega: “Mirale bien los ojos y los brazos, tiene algo de actitud militar”.
En la plaza de San Pedro, barrida por una lluvia torrencial de fin de invierno, ayer se asomaban centenares de fieles llegados al Vaticano desde todo el mundo para presenciar el Angelus de mañana, el primero del papa Francisco.
“Nosotros esperamos que haga acá lo que hizo en Buenos Aires”, cuenta orgullosa y empapada de lluvia María Estela Lucarelli, catoliquísima argentina que se entusiama con la idea de que el nuevo papa haya nacido en el barrio porteño de Flores. “Allá supo estar con los pobres, ¿saben ustedes que viaja en el subte y en los colectivos?”, pregunta.
Esta anécdota del subte está en la boca de todos desde el momento del “Habemus papam”. Salió en la prensa y se transformó rápidamente en el detalle del marketing comunicacional sobre el nuevo papa. Pero Bergoglio fue el único cardenal que evitó viajar con autos diplomáticos con los vidrios oscuros. En los días previos al cónclave fueron muchos los purpurados que rechazaron la rigidez del protocolo en sus movimientos por la ciudad vaticana. Un cardenal joven del norte de Europa llegó a San Pedro en bicicleta.
Hubo otras notas de color en estos días agitados. Inmediatamente después de la elección del papa, el jefe de los obispos de Estados Unidos, Timothy Dolan, convocó a una conferencia de prensa, algo inédito que desencadenó muchas especulaciones en el ambiente vaticano. Dijo el purpurado: “El Papa eligió su nombre en honor a San Francisco, todos sabemos que el santo de Asís se ocupó de los pobres y de los humildes. Este será el trabajo del Papa”. Y agregó con un tono que sonó muy político a los oídos de muchos: “Este papa representa una figura de unidad, los obispos de Estados Unidos y los fieles rezan por nuestro nuevo líder y le prometen lealtad”.
También hay un poco de desilusión entre los purpurados italianos, muy curiales e influyentes en el cónclave, que promovían al arzobispo de Milán, Angelo Scola. Un viejo cardenal del norte italiano explica las razones: “Scola proyectó sus votos sobre Bergoglio cuando, luego del segundo escrutinio, supo que era posible ganar la elección. Los cardenales ‘extranjeros’ se oponían a Scola porque los colaboradores de Benedicto XVI eran de Comunión y Liberación, la organización de la cual procede el italiano”.
“En la Curia, el nuevo papa cae como una medicina necesaria. Los poderes curiales en el cónclave tuvieron que entender y entendieron. Ahora habrá un aire nuevo también entre los colaboradores del Papa. Eso era algo necesario”, concluye el cardenal.
En los pasillos de San Pedro corre el rumor de que tres hombres están listos para ponerse al lado Francisco. Son latinoamericanos: el salesiano Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, primer cardenal en la historia de Honduras; el franciscano brasileño Claudio Hummes, que fue prefecto de la Congregación para el Clero, y otro brasileño, Joao Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Religiosos, donde se impuso frente a la política conservadora de su antecesor, el esloveno Franc Rodé. Antes de despedirse, el viejo cardenal agrega: “Falta ver qué pasará con el Secretariado de Estado, allí puede ir un italiano”.