La policía de Roma relató que la semana pasada, agentes de esa fuerza fueron alertados por el llamado de unos vecinos que escucharon gritos y llantos provenientes de la vivienda de un longevo matrimonio: Jole, de 84 años, y su marido Michele, de 94.
Qué sucedió. Cuando los abuelos recibieron a los policías, les contaron el verdadero motivo de sus penas: se encontraban desbordados al ver las historias tristes de los noticieros. Además, les manifestaron que hacía mucho tiempo no recibían visitas y estaban muy solos. Ante este escenario, los oficiales pidieron permiso para utilizar la cocina y les prepararon una comida y conversaron un rato con ellos, mientras aguardaban la llegada de la ambulancia para corroborar el estado de salud de ambos gerontes.
Las fotos que la Policía publicó en la red social se viralizaron. Allí, acompañaron las emotivas imágenes con el siguiente relato: "Es un verano sofocante el romano. Jole está en casa. Como todas las noches. Quizás desde hace mucho tiempo. En el noticiero transcurren distraídamente las noticias. Atentados, niños maltradados en el jardín. Jole se pregunta el porqué de tanta maldad. Pero la TV le hace compañía. Es todavía una noche solitaria para pasar con Michele. Sí, porque Michele, 94 años, es su marido desde hace casi 70. Ella, que tiene 89 primaveras, ¡tendría tantos recuerdos para contar! Pero, ¿a quién? Hace tanto que nadie pasa a saludarlos... No siempre es fácil la vida. Sobre todo cuando se vacía la ciudad y los vecinos están de vacaciones, a veces la soledad se disuelve en lágrimas. Puede ocurrir, como en esta ocasión, que alguien llore tan fuerte por la desesperación que alguien acabe llamando a la policía. Jole y Michele no fueron víctimas de un crimen o una estafa, ningún ladrón entró en su casa. No hay nadie a quien salvar. Esta vez, para los agentes hay una tarea de enormes proporciones: dos almas solitarias que necesitan ser reconfortadas”.
"Una vez adentro el apartamento, todo habla de esa larga vida juntos. Pero habla también de la desolación por la cual los agentes están ahí. Un mísero racimo de uvas, de donde cuelgan marchitas tres uvas, en la mesa de la cocina, narra de un ayuno que dura desde hace ya demasiado tiempo. Los policías están permeados por la ternura. Entienden que esta vez es diferente. No hay formularios para rellenar. Esta noche los códigos no sirven. Necesitamos ser hombres. Ser verdaderos.Y mientras esperan la ambulancia para verificar que los cónyuges estén bien, entienden que sólo un poco de calor humano podrá devolver la tranquilidad a carruajes y michele. Piden permiso para acceder a la despensa. Improvisan una cena. Un plato de pasta con mantequilla y queso. Nada de particular. Pero con un ingrediente valioso: Hay, adentro, toda su humanidad. Andrea a los hornillos y Alejandro, Ernesto y mirko a entretener a los dos nuevos amigos. Esta noche se cena en familia!", concluyen en el posteo.