Una silenciosa Guerra Fría se ha desatado entre los dos líderes que mayor influencia tienen en el mundo. Por un lado, Donald Trump, el presidente norteamericano que ha despertado el antiamericanismo con sus controvertidas decisiones antimigratorias. Por el otro, Francisco, el papa argentino que parece erigirse como un dique de contención contra las políticas xenófobas y racistas que comienzan a expandirse desde Estados Unidos hasta Europa.
A la misma hora que Trump asumía en Washington su sorpresivo mandato, el Papa concedía en el Vaticano una larga entrevista al diario El País de España. No es común que Jorge Mario Bergoglio ceda varias horas a los periodistas, por eso es importante releer la dureza de las palabras del ex arzobispo de Buenos Aires para entender el mensaje destinado al presidente de Estados Unidos. “Hay que ver qué hace, no podemos ser profetas de calamidades”, declaró Bergoglio sobre Trump, a la vez que advirtió que, “en momentos de crisis, no funciona el discernimiento” y los pueblos buscan “salvadores” que les devuelvan la identidad “con muros y alambres”.
Desde que asumió su papado, Francisco ha trabajado fuertemente para concientizar a la opinión pública mundial sobre la tragedia de los refugiados. Puso al departamento vaticano de Migraciones y Refugiados bajo su control directo y se emocionó hasta el llanto en tres ocasiones: en Lampedusa, cuando recibió a las mujeres que pierden a sus hijos en el Mediterráneo; en Cerdeña, cuando habló del mundo del trabajo y del sistema financiero mundial; y en Filipinas, con el drama de los niños explotados.
“¿Las fronteras pueden ser controladas? –se preguntó Francisco en la entrevista–. Sí, cada país tiene derecho a controlar sus fronteras, quién entra y quién sale, y los países que están en peligro, de terrorismo o cosas por el estilo, tienen más derecho a controlarlas más, pero ningún país tiene derecho a privar a sus ciudadanos del diálogo con sus vecinos”.
Y hasta comparó la situación actual con la llegada del nazismo a Alemania. “Las crisis provocan miedos, alertas. Para mí el ejemplo más típico de los populismos en el sentido europeo de la palabra es el 33 alemán (…) Alemania destrozada, busca levantarse, busca su identidad, busca un líder, alguien que le devuelva la identidad y hay un muchachito que se llama Adolf Hitler y dice ‘yo puedo, yo puedo’. Y toda Alemania vota a Hitler. Hitler no robó el poder, fue votado por su pueblo, y después destruyó a su pueblo. Ese es el peligro. En momentos de crisis, no funciona el discernimiento y para mí es una referencia continua. Busquemos un salvador que nos devuelva la identidad y defendámonos con muros, con alambres, con lo que sea, de los otros pueblos que nos puedan quitar la identidad. Y eso es muy grave”.
La tensión había comenzado en la campaña electoral que llevó a Trump a la presidencia de Estados Unidos. En ese momento, el Papa aclaró que el entonces precandidato republicano no podía proclamarse “cristiano” debido a sus posturas sobre la inmigración y el levantamiento de muros. “Una persona que piensa sólo en hacer muros, sea donde sea, y no hacer puentes, no es cristiana. Esto no está en el Evangelio”, sostuvo Bergoglio. Y el magnate que llegó a la Casa Blanca le respondió en sus redes sociales, como no podía ser de otra manera: “Si el Vaticano es atacado por Estado Islámico, que, como todos saben, es el trofeo más buscado por ISIS, puedo prometerles que el Papa sólo desearía y oraría para que Donald Trump hubiera sido presidente".
Incluso cuando felicitó a Trump por su asunción presidencial, Bergoglio también envió un mensaje. Pidió que no se olvide de los “pobres, marginados y necesitados”. En la carta que salió desde el Vaticano también se habló de valores espirituales: “Oro porque sus decisiones sean guiadas por los ricos valores espirituales y éticos que han forjado la historia del pueblo estadounidense”. Mientras que en la reciente final del Superbowl, el evento televisado con mayor cantidad de espectadores en los Estados Unidos, Francisco mandó otro mensaje filmado en un spot. “Es posible construir una cultura del encuentro”, le dijo a todos los norteamericanos.
En la prensa estadounidense se destaca la tensión latente entre el Vaticano y la Casa Blanca. El New Yorker advirtió recientemente que aunque tengan puntos de acuerdo como el rechazo al aborto, hay grandes diferencias sobre el modo de resolver los desafíos del siglo XXI. Mientras que Politico, uno de los medios digitales más influyentes, aseguró que podría ser Francisco el único líder mundial con el peso necesario para frenar la arrogancia de Trump.
Como informó el diario PERFIL este domingo, Francisco y Trump podrían tener su primer encuentro oficial en mayo, aprovechando que el mandatario estadounidense viajará a Italia para participar de la reunión del G7 que se realizará en Sicilia. Los dos anteriores presidentes de los Estados Unidos aprovecharon sus viajes a Italia para visitar por primera a un papa: Barack Obama se encontró con Benedicto XVI en 2009 y George W. Bush con Juan Pablo II en 2001.
Mayo será, entonces, el momento clave para saber cómo sigue la Guerra Fría de Francisco a Trump. La foto que muestre ese día el Vaticano hablará de lo que vendrá.