Dos jóvenes de rostro cubierto llegaron a la conmemoración con una manta que decía “el asesino tiene nombre: Roberto d’Aubuisson”, señalado en un informe de la ONU en 1993 como autor intelecual del asesinato de Romero. Sorprendentemente, su hermana, Marissa d’Aubuisson, quien siempre mantuvo diferencias con Roberto, fue una de las promotoras de la beatificación de Romero. Esta mujer –más conocida como Marisa Martínez, ya que usa el apellido de su esposo– le agradeció al papa Francisco el desbloqueo del proceso que estuvo detenido por años en el Vaticano: “Nos sentimos agradecidos con el papa Francisco (...) Ha sido un hombre visionario, un hombre de fe, un hombre que entiende a América Latina y supo entender y amar a Oscar Romero”, expresó en medios locales. La devoción de Marisa hacia “el arzobismo de los pobres” la siente desde niña y critica a ciertos sectores de la Iglesia que no apoyan su beatificación: “Ahora deben callar un poco. Nuestro pastor está más vivo que nunca”. Cuando se le preguntó qué le diría a su hermano si viviera, respondió: “Qué equivocado estuvo, cómo pudo llegar al límite de participar en esta acción tan tremenda de matar a monseñor Romero”.
