INTERNACIONAL
El drama de las secuestradas

La historia de cómo la amistad entre Ingrid Betancourt y Clara Rojas quedó enterrada en la selva colombiana

El intento de fuga, la prueba de vida, la muerte del padre de Ingridy el embarazo de Clara. Las circunstancias que lograron distanciar a dos amigas inseparables.

0414rojasbetancourt468
| Cedoc

“¿Adónde se la llevan? ¿Qué va a pasar con nosotros?”, gritó desesperada Clara Rojas cuando en febrero del 2002 un grupo de guerrilleros de las FARC interceptó el auto en el que viajaba junto a la candidata presidencial Ingrid Betancourt.

Las dos mujeres eran amigas desde hacia casi una década: se habían conocido en el Ministerio de Comercio Exterior y se habían vuelto inseparables, tanto en el plano político como en lo personal.

“Ella es como mi hermana”, le dijo Betancourt a las FARC al momento del secuestro. Pero no había terminado de decirlo cuando la guerrilla decidió llevarse también a Rojas.

Lo que siguió fue durísimo. Durante cerca de dos semanas las mujeres caminaron junto a sus captores por las selvas de la región de Caquetá, internándose cada vez más adentro en la espesura de la manigua colombiana.

Finalmente, llegaron al campamento en el que pasarían su primer mes en cautiverio. Estaban solas y se apoyaron mutuamente, pero las circunstancias que pondrían a prueba su amistad no tardarían en aparecer.

A un mes de su secuestro, Clara e Ingrid intentaron escapar. "Duramos cuatro días perdidas. Caminamos para un lado y para el otro y no lográbamos encontrar salida. Los árboles son tan altos, en ese momento no hay sol sino que está todo nublado, uno no logra orientarse", recordó Clara en diálogo con la revista colombiana Semana .

Con el paso de las horas, la situación se volvía más y más estresante, hasta que se convencieron de que iban a morir. Pero siguieron vagando por la selva hasta que, eventualmente, una manada de avispas comenzó a picar a Ingrid.

“Le dio un desespero que empezó a gritar. Cuando la vi en semejante desesperación, le dije: 'No hagas manoteos duros porque te van a picar más'", relató Clara. Pero ya era tarde: los guerrilleros aparecieron y a punta de pistola las escoltaron de vuelta al campamento, adonde fueron encadenadas a un árbol.

Algunos días después se enteraron por el diario de que el padre de Ingrid había muerto. "Ingrid decidió quedarse callada y yo decidí, simplemente, acompañarla en su duelo", contó Clara. Juntas iniciaron una huelga de hambre que duró nueve días pero no lograron que les quitaran las cadenas.

  Ingrid casi no hablaba y ya no comía. Las noches se volvieron muy difíciles entre las dos amigas y la tristeza y la depresión comenzaron a abrir una brecha entre ellas.

"Nos faltó comunicación, hablar de lo que cada una estaba viviendo. Tampoco logramos hablar del fracaso al intentar escaparnos. Algo quedó entre nosotras después de eso. Quizá yo la culpaba por la gritería en el episodio de las avispas, quizás ella a mí porque no fui capaz de cargar las bolsas que tenía que llevar. No sé", reflexionó Clara.

Cuando les tocó filmar un video para una prueba de vida, Ingrid se mostró más combativa que nunca. Aunque habían acordado lo que cada una iba a decir, Clara se asustó cuando vio a su amiga tan desafiante frente a un grupo de 30 guerrilleros armados.

En el video, que luego transmitieron todos los noticieros colombianos, se la vio callada y tensa. El mensaje que envió a su familia nunca fue difundido.

Recién en diciembre del 2003, las reunieron con un grupo más grande de secuestrados. Según relató Clara a Semana, se conectó de inmediato con Luis Eladio Pérez y los demás políticos, y ella se relacionó más con los tres norteamericanos.

Este cambio de escenario coincidió con el embarazo de Clara. “Le conté a Ingrid del resultado de la prueba. Ella llamó a los demás para contarles, lo que me pareció tenaz. ¿Por qué los llamó tan rápido? Al otro día nadie me dijo nada", contó Rojas.

Para evitar enfrentamientos con el resto de los secuestrados, Clara fue aislada durante su embarazo. Vivía en una pequeña casilla junto a un gallinero y, mientras pasaban los meses, comenzó a convencerse de que un parto era imposible en la selva y de que la Cruz Roja vendría a rescatarla. Pero ese día nunca llegó: Clara fue sometida a una cesárea en la selva y vivió su recuperación en soledad.

Al tiempo, los secuestrados fueron divididos en dos grupos y Clara e Ingrid no volvieron a verse.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite