Barcelona y su flamante alcaldesa, Ada Colau, vuelven a ser noticia, esta vez por la controvertida retirada de un busto del Rey Juan Carlos I, que presidía el salón de plenos del Ayuntamiento Catalán.
Si bien el equipo político de Colau ampara su decisión en una norma de alcance nacional, la medida no deja de ser cuanto menos polémica, no por la retirada en sí, sino por lo que ésta significa en un ambiente político ya deteriorado por el ansia independentista de la región. Desde el Ayuntamiento, se defienden sosteniendo que la norma en cuestión obliga a tener una representación pictórica, fotográfica o en busto del Jefe de Estado, pero como Juan Carlos I ha dejado de serlo desde hace ya más de un año, no procede mantener la efigie en el lugar.
La retirada del busto transcurrió mediante una puesta en escena previamente preparada para que sea registrada por los medios, sobre las 18 hs del día de hoy. Dos operarios municipales acudieron al pleno del Ayuntamiento y procedieron a retirar el busto del monarca ya jubilado, Juan Carlos I.
Según informa el diario español El País, el busto en cuestión presidía el salón de plenos del Ayuntamiento y estaba colocado delante de un cuadro de la reina regente y el infante Alfonso XIII, en la pared de la silla del alcalde.
La retirada del busto, se enmarca en un proceso de revisión de la presencia de la monarquía en los edificios públicos que, según el equipo de Ada Colau. se encuentra sobredimensionada. “Hay una sobredimensión simbólica de la Monarquía que contrasta con una infrarrepresentación de otras tradiciones ciudadanas más propias de la urbe”, afirmó el primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello,
El teniente de alcalde, añadió que “Barcelona tiene una larga tradición republicana que no está suficientemente reconocida por razones ajenas a la ciudad, que tiene un Gobierno municipal de fuertes convicciones republicanas en valores o en la justicia social, que cree que la Monarquía es una institución constitucional pero que presenta anomalías democráticas y que ve una clara sobre representación iconografía monárquica”.
No se trata de la única medida polémica que pone en práctica el nuevo gobierno desde que asumió, hace unos meses atrás. Desde que arribó a la alcaldía, Ada Colau ha cancelado la candidatura de Barcelona a los juegos de invierno, ha suspendido la construcción de hoteles y ha anulado para fin de año la contratación de la tradicional pista de hielo, por considerarla un gasto innecesario y superfluo, entre otras medidas.
Las reacciones por parte del PP, partido político que gobierna en España y que se encuentra en el bando opositor dentro del Ayuntamiento de Barcelona, no se han hecho esperar. Los concejales de este signo político reclamaron que se pusiera en el lugar del busto una representación del actual monarca y Jefe del Estado, Felipe VI, hijo de Juan Carlos I. Criticaron duramente la retirada, calificando de “escarnio a la monarquía de una ciudad que le debe mucho a Juan Carlos”. Y sostuvieron además que “la extrema izquierda y los independentistas se unen contra la monarquía” lo que consideraron “reprobable”.
Es ya conocida la tirante relación que mantiene Cataluña con el resto de España, y sobre todo con el partido gobernante, el conservador PP. La hoja de ruta para lograr la independencia que impulsa el actual presidente autonómico de la región, Artur Más, ha puesto en entredicho la cohesión del territorio español. Esta medida ahonda aún más en la herida, ya que implica que se cuestione la simbología tradicional que identifica a España como nación.
(*) De la redacción de Perfil.com.