España se ha visto sacudida por una nueva polémica relacionada con las fuerzas progresistas que irrumpieron tras las recientes elecciones municipales. Esta vez ha sido el turno de la flamante alcadesa de Barcelona, Ada Colau, quien ahora está en la mira por haber designado como su Directora de Comunicación a Águeda Bañón, experta en redes que en su pasado reciente destacó por ser una conocida activista de un movimiento perteneciente a la corriente del posporno.
Bañón, quien ha sido nombrada recientemente funcionaria del Ayuntamiento de Barcelona, fue una de las impulsoras del movimiento denominado GWLP (Girls Who Like Porno), que cuestionó la industria pornográfica tradicional mediante la creación de piezas de videoarte y la realización de talleres con un enfoque feminista.
Al revuelo mediático que provocó la designación de la activista, se añadió la aparición de una fotografía en la que se observa a ésta orinando de pie sobre una conocida avenida de Murcia, localidad de origen de la actual funcionaria.
En realidad, el posporno, según sus referentes, poco tiene que ver con el porno tradicional. Quizás la palabra “porno” incluida dentro del sugerente nombre de la corriente, pueda prestar a confusión, pero ésta se define más bien como una corriente crítica con la industria pornográfica, que intenta a través de métodos polémicos y poco convencionales, derribar tabúes en torno al sexo y abrir el género porno hacia personas habitualmente ignoradas por esta industria, tales como las minorías sexuales, los cuerpos no-blancos o discapacitados, los transexuales, intersexuales y las personas transgénero.
Una de las precursoras de la corriente posporno fue Annie Sprinkle, quien comenzó a partir del año 1989 a realizar performances en la que se introducía en público un espéculo en la vagina e invitaba al público a mirar dentro, como forma de derribar la vergüenza y el escándalo que genera la exhibición y adoración de los genitales femeninos en la sociedad. “Asómense y verán que no tiene dientes” decía divertida Sprinkle, invitando a las mujeres a explorar sus vaginas.
En el país, el movimiento posporno adquirió recientemente notoriedad debido a la polémica muestra que tuvo lugar en la facultad de Ciencias Sociales de la UBA, en la que se observó sexo explícito y prácticas sadomasoquistas y a la que abrieron una causa penal.