INTERNACIONAL
Guerra en el Cucaso

La trama oculta del conflicto en Georgia

Las intenciones ocultas de Vladimir Putin y Dmitri Medvedev en un conflicto que dejó claro el poderío militar del Kremlin. Quién manda.

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| Cedoc

El reciente enfrentamiento armado entre Rusia y Georgia tuvo al mundo en vilo. Una vez más, el Cáucaso fue escenario de violentos choques que dejaron miles de muertos y heridos. En este marco, la inusual dureza de la reacción de Moscú contra la ex república soviética abre grandes interrogantes respecto de las intenciones reales de Vladimir Putin y Dmitri Medvedev en el conflicto.

Sin dudas, el Kremlin tuvo un objetivo claro: exhibir ante el mundo la fuerza militar rusa. En primer lugar, para consolidar su zona de influencia y demostrar que Estados Unidos y la Unión Europea tienen una injerencia muy limitada en la región. En segundo término, para humillar a Georgia y dejar sentado que Moscú no podrá ser ignorado en las futuras negociaciones sobre el destino final del rebelde territorio de Osetia del Sur.

Asimismo, las acciones de la ex URSS buscaron sentar un precedente para sus vecinos: acercarse a Occidente tiene costos. Desde ahora, quienes manifiesten la intención de incorporarse a la OTAN o pretendan desconocer la autoridad rusa en la zona sabrán que se arriesgan a recibir una dura reprimenda por parte de Moscú.

En rigor, el deseo ruso de mantener su injerencia en el Cáucaso no es casual: por Georgia pasa el único oleoducto capaz de llevar petróleo a Europa desde el mar Caspio sin atravesar Rusia. Una vez más, la acción militar esconde como trasfondo la puja por el control de los recursos energéticos, un activo de elevado valor estratégico en el siglo XXI.

Los episodios recientes también desnudaron otras cuestiones. Así, quedó expuesta la incongruencia de la política europeo-estadounidense respecto de los distintos movimientos separatistas que proliferan en el mundo. Hace unos meses, desde Bruselas hasta Washington se celebró la independencia de Kosovo. Poco tiempo después, los mismos actores se preocuparon por asegurar la soberanía territorial de Georgia frente a las pretensiones secesionistas de un territorio díscolo, como si en el planeta existieran “separatistas buenos” y “separatistas malos”.

Finalmente, tanto la ciudadanía rusa como la opinión pública internacional comparten una duda: ¿quién manda realmente en la ex URSS? Hoy en día no es claro si las riendas del país están en manos del presidente recientemente elegido, Medvedev, o de su padre político, Putin. A todas luces, fue este último quien encabezó tanto las acciones militares como las negociaciones de paz.
En síntesis, el conflicto entre Rusia y Georgia responde a causas más profundas que las observables a simple vista. Por ello, aún cuando el calor de las armas se disipe, los fríos engranajes de la geopolítica seguirán en movimiento.

*Especial para Perfil.com. El autor es director del Bachillerato en Comunicación de la Universidad del Salvador.