En una Venezuela cada vez más dividida, chavistas y opositores salieron a las calles en lo que resultó ser una jornada crucial de protestas, con manifestaciones contrapuestas convocadas en la misma zona de Caracas y la participación de Leopoldo López, el líder opositor a quien el gobierno de Nicolás Maduro señaló como responsable de las muertes de las últimas protestas.
López del partido Voluntad Popular, con pedido de captura, prometió asistir a la marcha y lo hizo. "Si hay alguna decisión de, ilegalmente, meterme preso, pues allí estaré para asumir esa persecución", dijo en un video difundido en la previa de la convocatoria.
Ya en la protesta, y luego de arengar a los manifestantes, López se dirigió a las autoridades policiales con una bandera de Venezuela y un ramo de flores. Quedó detenido.
Ambas convocatorias llegaron tras dos semanas de protestas estudiantiles que se iniciaron en rechazo a la inseguridad, a la inflación y al desabastecimiento, pero luego derivaron en fuertes reclamos por las detenciones de cinco estudiantes que permanecieron incomunicados y a disposición de la justicia militar. Luego, a las manifestaciones se sumaron otros sectores de la oposición y la protesta de la semana pasada derivó en incidentes entre manifestantes y grupos parapoliciales que arrojaron un saldo de tres muertos y decenas de heridos.
Más tarde, desde Voluntad Popular denunciaron a la agencia AFP que "unos 15 hombres armados identificados como elementos de inteligencia militar ingresaron violentamente a la sede del partido apuntando a todo el personal".
Maduro contra todos. Bajo la consigna "la calle es la salida", Leopoldo López y los estudiantes impulsan la táctica de ocupar las calles para oponerse al gobierno de Nicolás Maduro y forzar un cambio.
Maduro, por su parte, ha calificado las protestas como un intento de "golpe de Estado" con participación de los Estados Unidos, y hasta del expresidente colombiano Alvaro Uribe. Días atrás, Maduro anunció que expulsó del país a tres diplomáticos norteamericanos, a quienes despidió al grito de "que se vayan a conspirar a Washington".
El gobierno de EE.UU. calificó ayer de “falsas e infundadas” las acusaciones de Caracas y afirmó además que no recibió ninguna notificación formal de la expulsión de sus tres diplomáticos en Venezuela.
Colombia. Maduro también cargó contra el presidente colombiano Juan Manuel Santos quien pronunció por primera vez sobre la situación venezolana y llamó a al gobierno y a la oposición a abrir canales de comunicación como forma de mantener la estabilidad democrática.
"Hacemos también un llamado para que se respeten los derechos humanos de los colombianos residentes en Venezuela", dijo Santos, quien se manifestó preocupado por los "compatriotas que han denunciado que han sido deportados sin justa causa". Según el mandatario colombiano, sus conciudadanos residentes en Venezuela afirman "que les quitan los documentos y luego los deportan".
Santos aclaró que "el único interés que tenemos el presidente, el gobierno y todos los colombianos es la estabilidad y la prosperidad de Venezuela, porque estamos inexorablemente unidos" y que "todo lo que allá sucede bueno o malo repercute aquí, en Colombia".
Finalmente, Santos tuvo palabras de agradecimiento para Venezuela por las gestiones de pacificación entre el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC): "Nunca encontraremos las palabras suficientes para agradecerle a Venezuela su contribución a nuestros esfuerzo para alcanzar la paz, nuestros hermanos venezolanos deben saber que estamos siempre, siempre dispuestos a ofrecer nuestro modesto concurso para que también se mantenga la paz en Venezuela.
Maduro no se tomó a bien las palabras del presidente colombiano: dijo que Santos no podía darle lecciones de democracia y que sus comentarios revelaban una abierta simpatía por "los fascistas".
Visiblemente molesto, condenó una supuesta "guerra" de "violencia psicológica" contra los venezolanos, según él armada en el exterior, y fustigó los comentario del mandatario colombiano.
"Ya basta, carajo, de abusos", afirmó Maduro, quien pidió que no se metan "en los asuntos internos de nuestra patria", porque "los problemas de los venezolanos los resolvemos los venezolanos".
Por si no quedaba claro, Maduro se dirigió públicamente a Santos en duros términos, al referir que se ha dejado llevar por "su corazoncito y su simpatía con los fascistas y la derecha venezolana, que siempre lo llevan directo al voladero de la política internacional".
También hay para Chile. Maduro tuvo tiempo y ganas de arremeter contra otros mandatarios que opinaron sobre la situación de Venezuela. "¿Qué quiere Piñera, qué quiere el presidente Obama? ¿Que yo condecore a los enmascarados?".
Sebastián Piñera, presidente de Chile, había dicho que "la forma de actuar en democracia es respetar las libertades por parte del gobierno, y el Estado de derecho por parte de los ciudadanos".
El apoyo de los amigos. Rafael Correa dijo que sabe "muy bien de dónde viene esa violencia: de esa derecha fascista". Evo Morales, por su parte, afirmó que los intentos de golpe de Estado "vienen de Estados Unidos", a quienes acusó de pagar a los grupos de jóvenes para generar "convulsión, agresión y violencia".
José Mujica, más cauto, evitó señalar de dónde creía él que venían los ataques, y afirmó que "espera que los ánimos se pongan un poco más racionales".
Argentina. El ministro de Relaciones Exteriores, Héctor Timerman, afirmó que "cualquier intento de desestabilización a un gobierno democrático de la región lo vemos como un ataque a nosotros mismos, porque no quieren que sigamos viviendo en democracia”. En ese sentido, la cancillería de nuestro país comunicó que el gobierno argentino manifiesta su apoyo "total y absoluto" a la gestión de Nicolás Maduro.
Quién también opinó sobre la situación en Venezuela fue el premio Nóbel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, quien no opinó sobre las sucesivas detenciones de manifestantes, los grupos parapoliciales ni el sometimiento de civiles a la justicia militar, pero afirmó que existe “un proceso de penetración en contra del gobierno de Maduro y de desestabilización no solo de la economía, sino también de la acción social y política”.
Finalmente, el colectivo de agrupaciones kirchneristas nucleadas en "Unidos y Organizados" se manifestaron frente a la embajada venezolana en Argentina para manifestar su apoyo al gobierno de Nicolás Maduro frente a "los intentos de desestabilización". Desde allí, Luis D'Elía tiró una idea sobre cómo se podría llegar a la paz en Venezuela: sugirió que Maduro debe fusilar a Leopoldo López.