“Hay muchos paralelos en nuestras historias y tenemos similares economías, pero nosotros logramos mirar hacia un norte”. Quien habla es el ministro de Relaciones Exteriores de Australia, Bob Carr. Entrevistado por PERFIL, reflexionó sobre las diferencias entre su país y la Argentina. Lo hizo, vale aclarar, antes de que Cristina Kirchner destacara aspectos de la economía local por sobre los de Australia y Canadá.
Según el canciller australiano, el motivo principal por el que su país pudo tener un destino distinto del argentino es “porque el crecimiento económico se mantuvo”.
La comparación entre estos países no es nueva. A lo largo de la historia, distintos analistas intentaron justificar las diferencias que Canadá y Australia le sacaron a la Argentina, siendo que a principios del siglo XX las tres economías eran similares y contaban con los mismos recursos a desarrollar. Pero nadie, hasta ahora, se había animado a resaltar aspectos a favor del país, como hizo la Presidenta, que centró el enfoque en aspectos macroeconómicos.
Diversos indicadores complican inclinar la balanza para el bando sudamericano. A mediados de este año, la OCDE destacó al país de Oceanía como el lugar “más feliz del mundo” para vivir. Por otro lado, el Indice de Desarrollo Humano que arma cada año las Naciones Unidas ubica a Australia en el segundo puesto y a Canadá en el onceavo. Argentina recién aparece en el 45. El PBI per cápita australiano es 5,85 veces mayor al argentino, y el canadiense, 4,51 veces.
Algunos analistas confían en que el crecimiento argentino de las últimas décadas permite creer en que la brecha empiece a achicarse. Es la hipótesis que dejó abierta, por ejemplo, el ex embajador en Australia Néstor Stancanelli, en su libro Debajo de la cruz del sur, en el que compara la historia de los dos países. Los números, sin embargo, muestran que el crecimiento del PBI argentino a tasas chinas se dio después del fuerte retroceso que experimentó en 2001 y 2002.
El estudio que presentó la propia Cristina esta semana hace referencia a la necesidad de inversiones para que la diferencia de PBI per cápita entre los países se achique. Y, en ese plano, Argentina no está en el mejor de los mundos. A fines de mayo, en Australia se organizó la conferencia Latin America Down Under –a la que PERFIL fue invitado por el gobierno australiano– para promover las inversiones australianas en la región. Allí, Argentina estuvo prácticamente fuera del radar y los empresarios preferían mirar a países como Chile, Perú, Colombia, en primer término, y México o Brasil, en segundo.
Consultada por este diario, la embajadora australiana en la Argentina, Patricia Holmes, graficó las reticencias que encuentran. “No estoy segura de que Argentina esté en la pista de baile ahora. Nosotros queremos acercarnos”, aclaró. Por otro lado, Charlie Sartain, ex CEO de Xstrata Copper, la empresa que maneja la mina Alumbrera en Catamarca, indicó que, de los 20 mil millones de dólares que la empresa invirtió en Sudamérica desde 2003, “ningún peso de nuevo capital fue invertido en Argentina”. “Argentina no está en una posición competitiva por la incertidumbre ante la posición fiscal”, explicó.
Los análisis no son concluyentes respecto a cuándo comenzó a estirarse la brecha entre Australia, Canadá y Argentina. Algunos lo sitúan en 1930, luego de la crisis financiera mundial y el inicio de la inestabilidad política en la Argentina. Otros, en los 70, por el efecto adverso que generó la última dictadura militar. Hay un tercer grupo, en cambio, que sostiene que la comparación no es correcta. John Minns, director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Australia, sostiene que el parecido “es sólo superficial”. “Australia heredó el sistema político y financiero británico, y en Argentina gobernó la oligarquía y no la clase media”, agrega, para concluir que “por eso no sorprende los caminos distintos que tomaron”.
Tim Harcourt es economista y autor del libro The Airport Economist (El economista de aeropuerto). Luego de visitar la Argentina, analizó que “el problema son las instituciones”, y destaca que los cambios económicos que se iniciaron en Australia en la década del 80 fueron graduales.
En el plano institucional, Argentina sigue muy detrás de Australia y Canadá. Según el Indice de Corrupción que realiza Transparencia Internacional, los otros dos países están entre los mejores diez, mientras que Argentina recién aparece en el puesto 102 entre 176 países.