La revista italiana Chidesató una vez más el enojo de la Familia Real Británica al publicar ayer fotos de Kate Middleton (Duquesa de Cambridge) usando un biquini azul durante sus vacaciones en el Caribe. La duquesa, esposa del príncipe Guillermo, está embarazada y es la segunda vez cuyas fotos íntimas trascienden en la editorial italiana Mondadori, propiedad del exprimer ministro italiano Silvio Berlusconni.
Bajo el titular "Kate & William en Mustique: el vientre crece", las fotos de Chi muestran a la futura reina de Inglaterra caminando con su marido, el príncipe Guillermo, en una playa de la paradisíaca Isla de Mustique, en el Mar Caribe, donde acostumbraba descansar la princesa Margarita de Inglaterra, hermana de la reina.
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Esta pequeña isla es conocida por ser un destino de lujo, con cientos de mansiones, por las cuales los huéspedes llegan a pagar hasta 40.000 dólares por semanas de estadía. Se trataba de lugar donde, según los funcionarios de la realeza, Guillermo y Catalina podrían “gozar de un momento de relajación con elegancia, lejos del stress del mundo externo".
La villa en la que el nieto de la reina Isabel II se aloja junto a su esposa cuesta, según The Sun, 21.900 euros e incluye una piscina “infinita” al borde del mar, una sala de juegos e impresionantes vistas del mar caribe.
Según el diario británico The Daily Mail, la revista causó la "furia" de la Corona británica. Un portavoz del Palacio St James -donde se encuentran las oficinas del príncipe Guillermo- dijo que la publicación de Chi fue "una clara violación del derecho a la intimidad de la pareja", y agregó que la Familia Real se encuentra decepcionada "con el hecho de que las fotografías del duque y la duquesa en sus vacaciones privadas fueran a publicarse en el extranjero".
La misma editorial causó malestar en el Reino Unido el pasado mes de septiembre al publicar (en su revista Closer) fotos de la duquesa tomando el sol en topless durante sus vacaciones en una villa privada del Sur de Francia. La publicación de aquellas fotos fue muy criticada por parlamentarios y por el primer ministro británico David Cameron, y desató la polémica sobre el derecho a intimidad de los miembros de la realeza y los límites de los medios de comunicación.
