Hoy se celebrarán elecciones generales en Costa Rica y Lineth Saborío está en la terna de candidatos a la presidencia con mayor intención de voto.
¿Por qué mencionar a Lineth y no a sus oponentes? Una (no tan) sencilla razón. Si bien la participación política de las mujeres es mayor con el correr de los años, los datos de la región demuestran que las mujeres están muy lejos de una participación igualitaria en política.
Revisando el panorama electoral de la región cobra mayor relevancia que en esta contienda electoral una candidata mujer se encuentre en carrera y con posibilidades de convertirse en primera mandataria. En nuestro continente las carreras electorales parecen ser una carrera exclusiva de hombres. Para esta elección presidencial costarricense, de las 25 candidaturas que se presentaron solo cuatro son mujeres, es decir tan solo el 16%. En similar situación se encuentra Colombia para las elecciones de 2022, donde solo el 17% de las aspirantes a la presidencia son mujeres. Si analizamos las elecciones del año anterior, el techo es aún más bajo. De las elecciones presidenciales celebradas en América Latina en el año 2021, el porcentaje de candidatas a la máxima investidura fue en todos los casos menor al 14%. Tan llamativo como contundente.
El bajo porcentaje de mujeres tiene varias explicaciones, y no es, como algunos sostienen, por su escaso interés en la política. Existen causas estructurales que les impiden acceder al poder. Como muestra la especialista Virginia García Beaudoux, el mundo de la política se concibe como un mundo natural para los hombres y convierte a las mujeres en “huéspedes” o “invitadas” cuando buscan participar. Las “invitadas” deben lidiar constantemente con medios de comunicación que ponen el foco en sus formas de vestir, en lugar de escuchar sus propuestas, con partidos políticos donde las decisiones son tomadas por un círculo pequeño de varones y con reglas electorales que no promueven una participación efectiva.
La reciente asunción de Xiomara Castro en Honduras puso nuevamente sobre la mesa el debate sobre el escaso número de mujeres dirigiendo gobiernos en América. Junto a Mia Mottley en Barbados son las excepciones del continente.
Según la encuesta de opinión de la empresa OPol Consultores, en Costa Rica habría una segunda vuelta ya que ninguno de los candidatos obtendría más del 40% de los sufragios. Los candidatos José María Figueres y Fabricio Alvarado se mantienen a la cabeza en intención de voto, con el 18,9% y 18,3%, respectivamente, seguidos por Lineth Saborío con un 15,3%. Sin embargo, no está nada dicho ya que, con más del 20% de indecisos, todas las posibilidades continúan abiertas para los comicios de hoy.
En caso de que Lineth Saborío alcance la segunda vuelta y resulte ganadora, sería la segunda mujer en convertirse en presidenta de Costa Rica. El más alto cargo de gobierno fue ocupado anteriormente por Laura Chinchilla en el periodo 2010-2014. Saborío cuenta con una vasta carrera política, habiendo ejercido el cargo de primera vicepresidenta de la nación en el periodo 2002-2006.
El hecho de que una mujer esté disputando puestos de liderazgo no debería ser noticia. Deja en evidencia que las mujeres en lugares de toma de decisión seguimos siendo la excepción. Las campañas electorales y las candidaturas parecen seguir siendo eminentemente -y lamentablemente- cosa de hombres.
Las mujeres que se atreven a lanzarse a semejante desafío encuentran todo tipo de obstáculos y sesgos. Como sociedad, tenemos el deber de generar un cambio cultural profundo que permita acelerar la paridad. Porque como bien señaló Florentina Gómez Miranda, “Si una mujer entra en la política, cambia la mujer. Si muchas mujeres entran en la política, la que cambia es la política”.
*Diputada bonaerense por Juntos por el Cambio. **Directora del Programa de Liderazgo Político y Social para Mujeres de la UCA