Sin lugar a dudas, el mundo está cambiando. En plena crisis europea, y con un panorama económico que tampoco le resulta favorecedor, Estados Unidos intenta mantenerse como la primera potencia mundial, mientras que China, India y Brasil se erigen como nuevas fuerzas.
A nivel nacional, el país se encuentra profundamente dividido: los demócratas y los republicanos debaten qué políticas implementar para combatir el déficit y la deuda. Mientras tanto, la nación se enfrenta a una nueva etapa de rebeliones en Medio Oriente.
La población de Estados Unidos también es distinta. En 1950, la comunidad latinoamericana no superaba el 1%. Hoy ronda el 15% y ya es la minoría más grande en el país, superando incluso al porcentaje de afroamericanos. En este contexto, Barack Obama y Mitt Romney se disputan la presidencia del país durante los próximos cuatro años.
"Las dos campañas están enfocadas en la economía pero cada candidato tiene distintos planes", explica Daniel DiSalvo, titular de cátedra de Ciencias Políticas en el City College of New York (CUNY). "Obama quiere defender a la clase media mientras que Romney busca fortalecer a las empresas bajando los impuestos", acota.
DiSalvo agrega: "Estas elecciones están centradas en la política interna de Estados Unidos: hay un 8% de desempleo y una mayoría que cree que el país va en una dirección equivocada".
Según el experto, que estuvo una semana en Buenos Aires dictando un seminario organizado por la Comisión Fulbright, "la campaña de Obama ataca fuertemente a Romney y al estado de sus finanzas" mientras que "la campaña de Romney ataca a Obama y sus políticas sociales". Sin embargo, "ninguno de los dos candidatos explica en detalle su propuesta para gobernar".
De acuerdo con el profesor Mark P. Jones de la Universidad de Rice, se espera que el porcentaje de participación en estas elecciones sea menor que en 2008. "Calculamos que un 60% de la población va a votar", dice. "Los estados que definen las elecciones son Florida, Ohio, Virginia, Colorado, Iowa, Nevada y New Hampshire". Mientras tanto, estados como Texas o Nueva York no están en disputa, ya que el primero es netamente republicano y el segundo, demócrata.
"Florida es un estado clave porque si Obama gana allí, gana las elecciones", dice Jones. DiSalvo concuerda: "Casi el 80% de los cubanos se dicen republicanos, y para Romney es muy importante movilizar a esas personas". Además, agrega a los estados de Nuevo México y Carolina del Norte como decisivos para definir al ganador.
América Latina parece no tener lugar en esta campaña. Para DiSalvo, eso puede ser algo bueno. "La mayoría de los países del sur están creciendo y son más estables, aunque todavía hay problemas como el narcotráfico en México y los conflictos entre Estados Unidos y Venezuela", afirma.
El rol de la comunidad hispanoamericana en esta elección es clave. En 2008 sólo el 8% de los votantes latinos fue a las urnas pero esto favoreció a Obama por un margen muy grande (dos tercios de esos votos fueron para el candidato demócrata). "La participación de los latinos no es tan alta porque hay muchos indocumentados y otros que no son ciudadanos. Y los que sí son ciudadanos en general no se registran para votar", explica DiSalvo.
Obama, de hecho, ya puso en acción un plan para conseguir el voto latino. En junio, el mandatario estadounidense anunció que su administración suspendería la deportación de algunos jóvenes inmigrantes ilegales bajo ciertas condiciones.
La medida alcanzó a quienes llegaron al país con menos de 16 años y hoy tienen menos de 30. Otra de las condiciones era que los inmigrantes hubiesen vivido al menos cinco años en Estados Unidos, terminado el secundario y estudiado una carrera o formado parte de las fuerzas armadas.
"Romney y Obama están muy parejos, por eso Romney tiene que cambiar la dinámica de su campaña si quiere ganar y dar más detalles de su plan de gobierno", comenta DiSalvo. Y concluye: "Los debates presidenciales de octubre van a jugar un rol clave en definir el rumbo que va a tomar el país en los próximos años".
(*) Redactora de Perfil.com