La Policía Civil de San José de los Campos, Brasil, pidió hoy la prisión preventiva para Regina Filomena Rachid y otros dos amigos. El trío está acusado de matar al norteamericano Raymond James Mierrel, un joven al que Rachid había conocido a través de Internet y con el que se puso de novia.
El chico ya había viajado dos veces a Brasil para encontrarse con la mujer hasta que la última –en marzo de este año– resultó fatal.
La Policía local considera que la mujer mantuvo a Mierrel durante una semana dopado en su casa y, una vez que obtuvo los códigos de sus tarjetas de crédito, le robó 50 mil dólares, luego lo ahorcó y, junto a dos cómplices, quemó el cuerpo.
Poco después, al hallar el cadáver, las autoridades locales enterraron al hombre en un cementerio para indigentes.
Los padres del joven norteamericano esperaban el regreso de su hijo a los Estados Unidos para los primeros días de abril. Como Merriel no llegaba, reportaron el caso al FBI donde se inició la investigación que rápidamente estableció contactos con la policía brasileña.
La búsqueda de Mierrel tardó más de seis meses en dar sus frutos. Recién por estos días, se dio a conocer que Regina había reincidido en su afán de codicia e intentó asaltar a un empresario en un shopping de la ciudad industrial cercana a San Pablo donde cometió otro crimen. Con ella fue encontrada una credencial bancaria a nombre de Mierrel y fue detenida , en junio, acusada de la muerte de su novio.
Durante la semana pasada, la Policía encontró más pruebas para incriminar a Regina: sus cómplices finalmente se arrepintieron y la complicaron. Evandro Celso Augusto Ribeiro, de 39 años, confesó su participación en el crimen y fue trasladado a una prisión en Cabo Frío, en Río de Janeiro.
Por su parte, el tercer implicado en la muerte del joven norteamericano se presentó espontáneamente en la policía local aunque, según rige en las leyes brasileñas, el hombre no quedó detenido debido a las elecciones presidenciales del domingo pasado pero la policía lo solicitará en breve.
Todavía deberá realizarse un estudio genético para certificar la identidad de Mierrel y dar por cerrada la investigación, al menos en lo policial, que podría concluir con una condena a treinta años de prisión para los tres acusados del crimen.