El presidente norteamericano Donald Trump ordenó hoy lanzar la bomba más poderosa no nuclear sobre un complejo de cavernas bajo control del grupo radical Estado Islámico en Afganistán. Este ataque es solo el último en la larga lista de los que mandó a ejecutar desde que asumió el poder, el 20 de enero de 2017.
El primer punto en donde el mandatario estadounidense puso la mira fue en Yemen, cuando el 29 de enero miembros de los Navy Seals aterrizaron cerca de la casa de Abdul Rauf al-Dahahab, líder del Estado Islámico (ISIS). Las fuerzas fueron detectadas y se desató un combate. Una clínica, una mezquita y un colegio resultaron dañados por la batalla. Como consecuencia, murieron 14 miembros de Al Qaeda y un soldado estadounidense, mientras que las víctimas civiles se calcula que llegaron a veinticinco.
El segundo ataque tuvo lugar en Siria el 7 de abril. En esa ocasión, Trump autorizó el lanzamiento de 59 misiles Tomahawk desde los buques estadounidenses USS Porter y USS Ross, que se encontraban en el Mediterráneo oriental hacia la base aérea de Al Shayrat, en el occidente de Siria.
De acuerdo con el Pentágono, los servicios de inteligencia estadounidenses determinaron que los aviones que lanzaron el ataque químico contra la localidad de Jan Sheijun que causó al menos 86 muertos en el noroeste de ese país, habían despegado desde esa base, conocida como lugar de almacenamiento de armas químicas antes del año 2013.
El último ataque se produjo este jueves santo cuando Estados Unidos lanzó la bomba GBU-43/B, el explosivo no-nuclear más poderoso del mundo, al este de Afganistán para destruir una red de túneles del Estado Islámico (ISIS). Hasta ahora, no se han reportado víctimas fatales.