Todo indica que Benjamin Netanyahu se encamina hacia la derrota más estruendosa de su historia en las elecciones del martes, a manos de Isaac Herzog, del partido de centroizquierda Unión Sionista. Sin embargo, podría revalidar su cargo al frente del país si logra formar un gobierno de coalición con los partidos más chicos, sobre todo del centro, y los religiosos.
“Hay un ambiente de castigo a Netanyahu bastante importante porque ha tenido muchísimos errores, pero la posibilidad de que Herzog arme una coalición de gobierno es bastante problemática; no la tiene fácil. Hay muchísima gente que está castigando al Likud pero sigue siendo de derecha, y al partido le nacieron otros competidores con una ideología similar. La pregunta es si ellos y los religiosos van a querer aliarse con él. El primer ministro podría perder la elección pero no es tan cierto que realmente caiga”, afirma el profesor titular de Ciencia Política de la Universidad de Tel Aviv, Alberto Spektorowski.
La mayoría de los votos que pierde el primer ministro van a los partidos de centroderecha, en su mayoría compuestos por ex funcionarios de su gobierno, como Yesh Atid (de Yair Lapid) y Kulanu (de Moshé Kahlon). Y una gran cantidad de votantes apoya a la Lista Unida, que nuclea las agrupaciones árabes.
Errores. Netanyahu cometió numerosos errores desde que, en diciembre, decidió echar a seis de sus ministros y convocar a nuevas elecciones, con una campaña corta, confiado en su fama de invencible y en su imagen de único “héroe de la seguridad nacional”.
Eso llevó a que el Likud, su partido, nunca desarrollara una estrategia para enfrentar a Unión Sionista, comandado por Herzog y su ex ministra Tzipi Livni. Carece de una plataforma socioeconómica, el tema que más les importa a los israelíes, según todas las encuestas. Su plan se centró en que él es el único candidato. Nada le salió como pensaba.
“El sentimiento es muy fuerte, la gente quiere un cambio y están hartos de Netanyahu tanto desde el punto de vista económico y social como desde su política exterior y de defensa. El partido también está cansado de él”, resalta el economista Manuel Trajtenberg, nacido en Córdoba, miembro del equipo de Unión Sionista.
Herzog aprovechó los desaciertos de su oponente más que las virtudes propias. Su imagen pública es la de una persona honesta y agradable, que vive en la misma casa donde se crió y es heredero de una tradición política familiar (su padre fue presidente). Lejos de la postura belicosa y de macho del primer ministro y de los gastos extravagantes y escándalos de su esposa.
Herzog consiguió el apoyo de casi todos los ex líderes militares y de inteligencia del país y del ex primer ministro Shimon Peres. Esto repercutió muy bien en la población. Los israelíes se cansaron de escuchar sobre el peligro que enfrentan con Irán sin ninguna solución, de escuchar que el discurso oficial es constantemente de miedo y más miedo.
“Nuestra seguridad está ante un gran riesgo porque hay un peligro real de que podríamos perder la elección. Si la brecha entre el Likud y el laborismo continúa creciendo, dentro de una semana Herzog y Livni se convertirán en primeros ministros de Israel en rotación, con el respaldo de los partidos árabes. Esto causará un cambio monumental en la política que pondrá en peligro la seguridad de Israel, y cualquiera que quiera frenarlo tiene que votar al Likud para reducir la brecha”, concluye Netanyahu en una entrevista con el diario Jerusalem Post.
Obama y “los dos Estados”
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sigue “comprometido” con una solución al conflicto israelí-palestino consistente en dos Estados, afirmó ayer el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, en pleno estancamiento de las negociaciones de paz. “El presidente Obama sigue comprometido con una solución consistente en dos Estados”, dijo Kerry en una conferencia de prensa en la estación balnearia egipcia de Sharm el Sheij. El presidente norteamericano tiene una mala relación con Netanyahu, y la distancia entre ellos se agrandó tras el discurso dado por el premier de Israel ante ambas cámaras del Congreso, invitado por la oposición republicana.