Disparen contra Marina Silva. Esa parece ser la consigna de las campañas de la presidenta Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), y del candidato opositor Aécio Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). Ante el despegue en las encuestas, que la consagran ganando las elecciones presidenciales en segunda vuelta, la líder ecologista está en el ojo de la tormenta, acusada por sus rivales por no garantizar la gobernabilidad del país, por inconsistencia ideológica y nula experiencia ejecutiva.
El oficialismo brasileño tampoco dudó en lanzar una agresiva campaña negativa contra Silva, a la que comparó con el ex mandatario Fernando Collor de Mello, que renunció en 1992 por un megaescándalo de corrupción. Esa estrategia pareció darle un poco de aire a Rousseff, que en la última encuesta de Ibope alcanzó 37% de intención de voto, despegando cuatro puntos de la postulante opositora.
Pese a esos esfuerzos, aún perdería en segunda vuelta. “El ingreso en la disputa presidencial de Marina Silva cambió el escenario. Dilma tendrá que redefinir su estrategia electoral, que antes estaba centrada en polarizar y atacar a Neves. A partir de ahora, deberá recorrer más Brasil y mostrar las realizaciones de su gobierno en los avisos en la televisión”, aseguró a PERFIL Ricardo Ismael, profesor de Ciencia Política de la Pontifícia Universidad Católica de Río de Janeiro.
En el último debate, Rousseff aprovechó casi todas sus oportunidades para confrontar con la candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB). La acusó de no explicar claramente cómo cumplirá su promesa de destinar 10% del Producto Bruto Interno (PBI) para la educación y un mayor presupuesto para salud y boletos estudiantiles. Silva, por su parte, respondió que lo hará administrando mejor las arcas públicas.
En la nueva estrategia del Planalto, será clave el rol de Luiz Inácio Lula da Silva, quien goza de una altísima popularidad. El ex mandatario acompaña a Dilma en los grandes actos de campaña, donde suele ser su “telonero” y principal animador. Otros de los ases bajo la manga del PT son la inauguración de obras públicas y la defensa de los planes sociales lanzados en doce años de gobierno. Uno de ellos, Bolsa Familia, sacó a 40 millones de personas de la pobreza.
Para revertir el ascenso de Silva, el oficialismo agitó el fantasma de la ingobernabilidad. La ambientalista no está respaldada por una mayoría parlamentaria. Ante las críticas, la opositora redobló la apuesta y respondió con argumentos del propio Lula. “La peor forma de hacer política es a través del miedo. Prefiero hacer política mediante la esperanza y la confianza”, argumentó, reeditando las palabras con las que el ex presidente llegó al poder en 2002.
“Las campañas negativas no sirven nunca. Si usted hace una campaña negativa contra una mujer que estuvo enferma toda su vida, de una honradez espectacular, idealista y débil, la van a votar como una bomba atómica. Con Marina están equivocados”, explicó a este diario Jaime Duran Barba, ex asesor suyo en las elecciones de 2010. Ante el aluvión de críticas, el comando de campaña de Marina insinuó que utilizará la fuerza de sus adversarios en su contra.
Neves, por su parte, se mostró públicamente con el ex mandatario Fernando Henrique Cardoso y también apuntó sus cañones contra Silva. Sin embargo, sus críticas moderadas llevaron a pensar en un eventual apoyo “tucano” a la ambientalista en segunda vuelta.
Criticada por retirar su apoyo al matrimonio gay en su programa de gobierno, la ex ministra de Medio Ambiente de Lula aún cuenta con un dato alentador en los sondeos. Según Ibope, el rechazo a su figura creció del 10 al 12% en la última semana, una cifra significativamente menor al 31% que registra Rousseff.
Apoyada por sectores progresistas de clase media y alta, Silva también cosecha el conservador “voto evangélico”, lo que la convierte en una amenaza tanto para el PT como para el PSDB.
Más inflación en Brasil
Una nueva mala noticia golpeó ayer las aspiraciones presidenciales de Dilma Rousseff. La inflación registró 0,25% en agosto, y llevó el acumulado de 12 meses a 6,51% en Brasil, superando el techo de la meta prevista por el gobierno, fijada en 6,50%. Según informó ayer el oficial Instituto de Geografía y Estadística (IBGE), el índice de precios aumentó debido a un incremento en el costo de la energía eléctrica –del 1,76%– y de los salarios de los empleados domésticos –del 1,26%–.
En julio, la inflación había alcanzado apenas 0,01%. Brasil tenía una meta oficial de 4,5% de inflación para todo el año, con dos puntos de tolerancia máxima que podían llevarla al 6,5%.
En plenas elecciones presidenciales, el país atraviesa un período de recesión técnica, con un alza de la inflación.