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Los ‘renegados’ de Lula: gobernaron con el PT pero hoy acompañan a Silva

Fueron destacados funcionarios en los años dorados del oficialismo. Pero, al igual que Marina, pasaron a la oposición. Ahora hacen campaña contra la reelección de Rousseff.

Ex aliada. Antes de romper con el petismo, Silva fue ministra de Ambiente del gobierno de Lula.
| AFP

Fueron hombres y mujeres muy cercanos a Luiz Inácio Lula da Silva. Ex funcionarios destacados en los años dorados del Partido de los Trabajadores (PT). Hoy, sin embargo, hacen campaña contra la presidenta Dilma Rousseff y acompañan la candidatura de su rival Marina Silva para las elecciones generales que se celebrarán en octubre en
Brasil. Son los “renegados” del PT: personajes políticos que dicen estar decepcionados con el rumbo del gobierno y cruzaron a la vereda opuesta.
Como ocurrió con Sergio Massa, Martín Lousteau, Alberto Fernández, Victoria Donda y otros dirigentes en la Argentina, los ex oficialistas brasileños ocuparon importantes cargos durante los dos mandatos de Lula. Algunos tempranamente y otros mucho más tarde, todos terminaron rompiendo con el petismo por diferencias programáticas. Ahora vuelven a reunirse bajo el ala de Silva, candidata presidencial por azar y favorita en los sondeos de opinión para un eventual ballottage.
El “díscolo” más famoso del lulismo es el músico y compositor Gilberto Gil, ex ministro de Cultura de Brasil entre 2003 y 2008. Días atrás, Gil confesó que en las presidenciales de 2010 votó a Marina. “Me gusta ella, se parece a mí, me identifico con ella; es quien más se parece al camino que el país necesita tener en nombre de su historia”. Y fue más allá: compuso un jingle para la campaña de la líder ecologista. “Marina vou eu, votar na Marina, Marina”, dice el estribillo.
El candidato a vice de Silva, Beto Albuquerque, creció al calor del petismo en su momento de auge. Por decisión de Lula, fue vice-líder de la bancada oficialista en Diputados desde 2003 y mantuvo el puesto hasta el final del primer gobierno del ex mandatario. Pero pocos años después se convirtió en uno de los promotores de la ruptura de la alianza entre su Partido Socialista Brasileño –al que pertenecía el fallecido candidato Eduardo Campos– y el PT.
El actual coordinador de la campaña de Marina, Maurício Rands, se desempeñó como diputado del PT entre 2003 y 2012 y llegó a ser jefe de la bancada. En 2012, se lanzó como precandidato a la prefectura de Recife, pero la conducción nacional del partido desautorizó su postulación. Abandonó su banca en el Congreso y pasó a la actividad privada. Hasta ahora.
Según la prensa brasileña, Lula en persona habría llamado la semana pasada al influyente banquero Henrique Meirelles para pedirle que no exprese en público su apoyo a Marina. Meirelles fue presidente del Banco Central de Brasil entre 2003 y 2011. Hoy, sin embargo, destaca el “impresionante” ascenso de Silva en las encuestas y lo seduce el hecho de que la ex senadora haya abrazado la mayor reivindicación del sector financiero: la “independencia” del Banco Central.
A todos ellos se suma la propia Silva, ex ministra del Medio Ambiente de Lula. Ella también cambió al ritmo de la política.

Militares admiten crímenes
Por primera vez, las Fuerzas Armadas  de Brasil admitieron que no están en condiciones de negar que se cometieron graves violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar. Así lo destacó el ministro de Defensa, Celso Amorim, luego de que las tres armas respondieran a una petición de la Comisión de la Verdad (CNV) en las que se les reclamaba que expresaran “si confirman o niegan las informaciones presentadas por la CNV”, referidas a casos de desaparición y tortura.
La dictadura brasileña es la menos investigada del Cono Sur y la única que no ha juzgado a los represores, porque una ley de amnistía de 1979 lo impide.  La CNV, creada en 2012 por la presidenta Dilma Rousseff, es aún resistida por uniformados que se niegan a colaborar con la entrega de información certera.