Desde Roma
¿Por qué 1.300 clientes del Banco del Vaticano recibieron una carta que les solicita transferir su plata a otro instituto? ¿Dónde están las 2.100 cuentas bancarias desaparecidas en 2012, cuando fue echado del banco el entonces presidente Ettore Gotti Tedeschi? En la lista de los 35 países que tienen correspondencia bancaria con el Vaticano, ¿habrán de casualidad también plazas off shore? Esas son algunas de las preguntas que, según una investigación del diario Libero, la magistratura italiana le dirigió al secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin.
Son muchas las investigaciones judiciales en las cuales los magistrados tocan la puerta del IOR (Instituto de Obras Religiosas) sin poder entrar a revisar la documentación, porque se trata del banco de otro Estado. Los jueces italianos no pueden exigir nada, ni siquiera el envío de documentos o la entrega de pruebas, porque la Santa Sede tiene soberanía sobre su territorio.
Por esto, el embajador italiano ante el Vaticano, Francesco Maria Greco, se vinculó con el cardenal Parolin, a quien llevan todas las quejas y los pedidos que los magistrados no pueden hacer directamente.
A pesar del terciopelo diplomático, el conflicto entre la magistratura italiana y la Santa Sede es muy duro. Al embajador Greco le pidieron socorro inmediato los jueces de Roma, el ministerio de las finanzas italianas y el mismo Banco de Italia (UIF). La opacidad de las finanzas vaticanas sigue siendo un obstáculo irremontable para la investigación de muchos casos –desde dónde está guardada la plata de la mafia hasta cómo se realiza el lavado de dinero de grupos criminales internacionales–, a pesar de que Francisco haya pedido más transparencia.
Greco se habría quejado ante el cardenal por “la poca colaboración en el intercambio de informaciones entre las autoridades italianas y el IOR”.
Objeto de las preguntas de los jueces es, sobre todo, la actividad de la AIF, la autoridad de información financiera que tiene que vigilar al IOR, y de la APSA, la administración del patrimonio del Vaticano. Contra la actitud de la AIF ya se expresó el Moneyval, el Comité del Consejo de Europa para combatir el lavado de dinero y el financiamiento a organizaciones terroristas. Las buenas intenciones de Francisco no eliminaron la opacidad de las finanzas eclesiales. Por eso, el Papa creó la figura del superministro económico del Vaticano. Un dribbling papal a los obstáculos que los ocho cardenales que deberían reformar la curia le ponen a la limpieza del IOR, el banco de las tinieblas.