INTERNACIONAL

Los viajes de los príncipes Felipe y Letizia levantan críticas en España

Las "escapadas" reales se solventan con fondos públicos. Los herederos de la corona usan nombres ficticios para disimular. Fotos. Galería de fotos

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| AFP

Las fotos publicadas hace unos días del inicio de las vacaciones familiares de la princesa Máxima de Holanda en Italia contrastan poderosamente con la actitud de la familia real española.

Mientras que los Orange ofrecieron a la prensa una sesión fotográfica -con la reina Beatriz incluida- con la condición de que posteriormente les dejaran disfrutar de su estadía en Italia, los continuos viajes privados de Felipe y Letizia, herederos de la corona de España, despiertan pasiones entre algunos medios de prensa de su país.

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Grecia, Roma, Ámsterdam y Londres son algunos de sus destinos elegidos para pasar algún fin de semana junto a sus hijas, las infantas Leonor y Sofía. La polémica surge en que, pese a que ni los príncipes ni los funcionarios del palacio brinden información al público, estos viajes son realizados con fondos provenientes de los impuestos públicos.

Varios opinan que es realmente innecesario el alto costo que suponen las frecuentes escapadas al extranjero de los príncipes a cuenta del contribuyente, y que se podría optar por promocionar el turismo nacional y, de esta forma, reducir notablemente la factura de los servicios de seguridad.

La semana pasada, la pareja llegó a la isla de Palma de Mallorca junto a sus hijas, eludiendo la prensa y viajando en una aerolínea regular, como si se tratara de simples turistas. Antes, realizaron un viaje por Europa que los llevó a varias ciudades, según dicen, de incógnito pero con dinero público.

Las alarmas saltaron en marzo, cuando los príncipes y sus hijas viajaron a Londres. Se instalaron en una exclusiva vivienda del barrio Chelsea-Kensington y se los vio paseando por la ciudad y visitando el London Eye, el Big Ben y la abadía de Westminster, conduciendo el príncipe su propio auto y parando a comer hamburguesas.

La siguiente parada fue Holanda, donde fueron aparentemente invitados por los príncipes Guillermo y Máxima, quienes les habrían cedido una residencia privada en La Haya. Más tarde se dio a conocer un viaje de los príncipes a Roma, donde, inexplicablemente, fueron recibidos con honores oficiales, pero no se alojaron ni en la residencia del embajador español, sino en un hotel romano.

De allí viajaron “anónimamente” a Ammán -capital jordana- donde cenaron con los reyes Abdallah II y Rania, y donde se hospedaron en un lujoso y céntrico hotel, del que, por razones de seguridad, no trascendió su nombre.

En todos los viajes, pesar del empeño de los príncipes de Asturias, nunca consiguen pasar desapercibidos debido a la dificultad de pasearse por cualquier aeropuerto o ciudad con un amplio servicio de seguridad.

Los pasajes de avión de Felipe y Letizia son reservados con nombres ficticios: el príncipe y la princesa son “el señor y la señora Bob”, que es el "nombre de guerra" que utiliza el matrimonio para volverse invisible.

Curiosamente, “disfrazarse” bajo un nombre falso es una costumbre que iniciaron los actuales reyes, Juan Carlos y Sofía, en sus primeros años de matrimonio. Cuando deseaban tomarse vacaciones se presentaban en los aeropuertos bajo el nombre de “Señor y Señora Brown”.

La diferencia está en que -en plena época dictatorial- Juan Carlos y Sofía no eran ni reyes ni herederos. Esa era, como diría la reina, “la época en que no éramos nadie”.

En el caso actual, la opinión pública destaca la necesidad de transparencia en la vida privada de los futuros reyes.

Al ser Felipe de Borbón el futuro Rey y Jefe de Estado, la prensa opina que ningún viaje suyo es privado. Y menos aún si el dinero utilizado para esos viajes proviene de fondos estatales.

Por otra parte, y aunque la Familia Real costeara de su propio bolsillo sus viajes, el príncipe sigue el príncipe y el rey sigue siendo el rey de los españoles.

Los gastos de la realeza, el foco de la polémica. Al igual que los viajes privados de los príncipes españoles, otros asuntos de mayor o menos calado pusieron en entredicho las finanzas de las familias reales de Europa.

Hace algunas semanas, saltaba a la luz la maniobra que Guillermo y Máxima de Holanda realizaron en un denominado “paraíso fiscal” para la venta de una lujosa residencia en Mozambique. El escándalo salpicó incluso al anterior gobierno holandés.

En Inglaterra, la partida de dinero público que recibe anualmente el príncipe Carlos aumentó un 18 % (unos 2,5 millones de euros) en el último año. La publicación de las finanzas de la Familia Real Británica suscitó esta semana la ira del grupo antimonárquico “Republic”, que criticó el modus vivendi del príncipe en época de crisis económica.

Por otra parte, en Mónaco, consideran que la boda del príncipe Alberto, hace una semana, fue “un mal negocio”.

El casamiento costó 20 millones de euros (más del doble de lo previsto) justo cuando la crisis financiera también afecta con severidad las cuentas del Estado monegasco.

Ahora, Mónaco confía en “salvar” las cuentas del Estado con la venta de los souvenirs de la boda: vajillas, teléfonos celulares, cuberterías, pañuelos, camisetas, decoradas con las imágenes de los novios.

(*) Especial para Perfil.com