A David Morales Colón le gustaban las motos. Se nota. Por eso cuando al muchacho portorriqueño de 22 años fue acribillado en un episodio que las autoridades consideraron "un ajuste de cuentas entre grupos del narcotráfico", su familia no tuvo mejor idea que contratar a una funeraria para que lo velara sobre su poderosa Honda 600.
La impactante imagen del "motoquero" viajando al más allá, con lentes negros y semiagachado, como cuando se circula a alta velocidad, fue difundida hace un par de días primero por Univision y repicada alrededor del mundo. Sin embargo, la noticia tuvo en las últimas horas una derivación tan insólita como el singular velatorio: investigarán a la funeraria para verificar si su novedoso "embalsamamiento" no infringe alguna normativa.
El tema ha sido puesto bajo la lupa de la "Junta de Examinadores de Embalsamadores de Puerto Rico", curiosa entidad que se ocupará de analizar los procedimientos de la Funeraria Marín, para luego enviar sus lúgubres conclusiones al Departamento de Justicia boricua.
Hay que decir que a los muchachos de Marín "los matan" los antecedentes, porque ya en 2008 habían dejado a todo el mundo con la boca abierta al embalsamar a otro joven portorriqueño, en ese caso velado "de pie" . En aquella ocasión se trataba de Angel Pantoja Medina, cuyo cuerpo permaneció 72 horas apoyado en una pared del comedor de su casa, con ropa casual, una gorra de los Yankees de Nueva York y los obvios lentes de sol.
La forma en que lograron que los cadáveres permanecieran tres días sin despedir gases y líquidos, como todo cadáver "mortal", han generado tal interés que, en el caso del motoquero narco, se llegó al extremo de obligar a abrir el féretro minutos antes de enterrarlo para ver si efectivamente estaba allí dentro.
Lo cierto es que, para tranquilidad general, el pobre Morales Colón se había despedido de su moto y ya estaba "en posición normal", circunstancia que generó aún más admiración en torno al mortal arte de los embalsamadores de la funeraria Marín.
Ante el cariz de las investigaciones, Elsie Marín, una de las propietarias de la casa de sepelios, salió a dar explicaciones, aclarando que habían "respondido con mucho respeto a un pedido expreso y al sufrimiento de la familia, sin ánimo de generar publicidad".
"Nuestro trabajo no tiene nada de extraño, es apenas una variación del lugar: en vez de poner al cuerpo del joven en un ataúd lo montamos en una moto", señaló, minimizando la hazaña. "Es un proceso que realizamos, el secreto está en el embalsamamiento, pero no es difícil, es relativamente sencillo”, deslizó para atizar los rumores. Habrá que ver qué concluye la "Junta de Examinadores de Embalsamadores de Puerto Rico"...