INTERNACIONAL
Elecciones presidenciales en Brasil

Lula Da Silva enfrenta el balotaje con espíritu de candidato mientras Alckmin sólo espera un milagro

Con las encuestas a su favor, el actual Presidente confía en arrasar en las urnas y su oponente hacer una elección digna. El ánálisis de una votación que la Argentina sigue de cerca.

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Lula y el cario de sus seguidores, en uno de los ltimos actos con vistas a las elecciones de hoy. | AFP
A Lula le gusta mucho ser candidato y acaba de demostrarlo una vez más, en este balotaje.

Al principio, cuando en la noche del 1º de octubre quedó claro que no le había alcanzado para ganar en la primera vuelta, hubo desazón y preocupación en el presidente y entre sus principales colaboradores por el temor a que la levantada en el tramo final de su rival, Geraldo Alckmin, se transformara en una ola anti Lula que se hiciera imparable en el segundo turno.

Pero, Lula recuperó rápidamente su ánimo y ya al día siguiente estaba de mejor humor, enfrentando las preguntas de los periodistas en la segunda conferencia de prensa concedida en todo su primer mandato. Tampoco al presidente brasileño le gustan estos encuentros, pero tuvo que hacerlo por necesidad.

Como hizo con los debates televisados: en el primer turno, se había negado a enfrentar a Alckmin y su gesto fue leído como un acto de arrogancia por los entrevistados. Lula hizo varios otros cambios para el balotaje.

También oxigenó su equipo de campaña y comandó con mano de hierro el descabezamiento de su Partido de los Trabajadores (PT), una operación que terminó con la renuncia de su titular, Ricardo Berzoini, y la expulsión de cinco dirigentes que habían sido sorprendidos con más de 800 mil dólares mientras intentaban comprar datos reservados para desprestigiar a un rival electoral. Su objetivo fue despegarse rápidamente de este escándalo, que había contribuido a restarle votos en la primera ronda.

Claro que la Policía Federal lo favoreció al librar de sospechas a su ex asesor especial Freud Godoy, un colaborador todoterreno muy cercano al presidente que había sido mencionado como la persona que habría acercado el dinero de aquella operación frustrada.

Además, Lula encontró un buen discurso para el balotaje. Se presentó no sólo como el nuevo padre de los pobres, el figurín que había utilizado en el primer turno, sino como el defensor del Estado y de sus empresas, Petrobras en primer lugar, frente al afán privatizador que le atribuyó a su rival.

El pobre Alckmin pataleó, pero no pudo zafar de ese atributo desgraciado. No es que Lula piense en nacionalizar empresas privatizadas en los ´90; él quiere seguir su política económica ortodoxa. Pero, el ardid le resultó muy efectivo. Todo esto sumado a su carisma y a su experiencia en tantas batallas electorales, en las que hasta 2002 había perdido casi todas, explica los más de 20 puntos que todas las encuestas le atribuyen para el balotaje de hoy.

* El autor es editor de la sección Internacionales del diario Perfil y autor de “Lula, la izquierda al diván”.