El Partido de los Trabajadores (PT) podría llegar al 40º aniversario de su fundación en Brasil mostrando síntomas de lo que los psicólogos llaman la crisis de los 40: baja autoestima, aislamiento e inseguridad. Pero en lugar de crisis, el partido izquierdista más grande del país asegura estar viviendo una realidad distinta. En una gran celebración el 8 de febrero, de la cual participaron importantes dirigentes de la izquierda latinoamericana como el ex presidente uruguayo Pepe Mujica, celebró su historia de altibajos y planteó un futuro de esperanza de cara a las elecciones municipales de octubre, en una fiesta liderada por Luiz Inácio Lula da Silva.
Además de personalidades del PT, participaron del festejo Manuela D’Avila, del Partido Comunista de Brasil (PCdoB), ex candidata a vicepresidenta de Fernando Haddad, y el congresista del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) Marcelo Freixo. Aunque a ocho meses de las elecciones municipales en Brasil eso podría indicar el surgimiento de una coalición de izquierda, para Ximena Simpson, profesora de la Universidad Nacional de San Martín, el PT no dará el brazo a torcer.
“El PT se está preocupando mucho más por su supervivencia que por presentar una candidatura que tenga fuerza para desafiar al gobierno de Jair Bolsonaro”, dijo a PERFIL. “Las elecciones municipales son superimportantes, estratégicas. Es la chance que tiene la izquierda de volver a penetrar en el territorio brasileño”, agregó la politóloga brasileña
Un par de años después del impeachment de Dilma Rousseff, la falta de “autocrítica” por errores de los gobiernos de Lula y Rousseff contribuyó a que Haddad fuera derrotado por Bolsonaro en 2018.
Recuperación. Oliver Stuenkel, profesor de la Fundación Getúlio Vargas, argumenta que en realidad “estas elecciones son realmente importantes porque el PT tuvo un desempeño muy negativo tanto en 2016 como en 2018 durante la elección presidencial”.
“En 2016, el PT perdió más de la mitad de las ciudades donde gobernaba”, dijo a este diario. “Es una amenaza realmente muy grande que enfrenta en este momento, especialmente por el tema de Lula, que sigue indefinido y no se sabe si un día podrá volver a candidatearse. El partido realmente encara una situación muy complicada.”
Nueva izquierda. En este contexto de reconstrucción del PT, la izquierda brasileña ha visto el surgimiento de jóvenes líderes de distintos partidos. De acuerdo con una encuesta divulgada por el Instituto Paraná a fines de diciembre, D’Avila lidera la carrera por la alcaldía de Porto Alegre. En otras importantes capitales, miembros del PSOL, como Guilherme Boulos en San Pablo y Freixo en Río de Janeiro, aparecen como alternativas.
En relacióncona estos nuevos líderes, Stuenkel considera que el PT “no quiere profundizar el malestar que tiene con otros partidos de la izquierda, pero tampoco los quiere aceptar como iguales”. “Hay una especie de reacción negativa en la izquierda contra el PT, por haber actuado de esta manera en 2018 y por haber atacado sobre todo a otros representantes de la izquierda durante la campaña”, dice Stuenkel. “Si el PT ve que no tiene chance de ganar una ciudad y hay algún candidato fuerte de otro partido, considerará apoyarlo. Pero la primera opción siempre será poner un candidato propio”.
“Efecto Lula”. Imposibilitado de candidatearse tras su condena por corrupción, Lula surge como articulador del PT en estas elecciones municipales. Pero para Simpson, la posición de Lula en el partido ha retrasado el fenómeno del surgimiento de nuevos líderes en el PT: “Pienso que es imposible para cualquier figura política en Brasil coexistir con Lula como líder político. Sin embargo, por lo que he visto, no creo que lo que busque él sea coexistir”, dijo Simpson. “Cuando se vuelva un líder emérito, podremos ver el surgimiento de nuevos líderes, pero por ahora, aunque no sea como candidato, Lula sigue siendo el articulador del PT”.
La primera vuelta de las elecciones municipales se celebrará en Brasil el 4 de octubre y la segunda el 28, cuando se elegirá a los alcaldes y concejales de 5.568 municipios del país.
Reunion En el vaticano
Guiños a católicos y regreso al escenario internacional de la mano de Francisco
La principal fuerza de la izquierda brasileña, el Partido de los Trabajadores (PT), fue fundada hace cuarenta años en un tradicional colegio católico de San Pablo. Cuatro décadas después, el ex presidente Lula da Silva eligió el Vaticano como destino de su primer viaje internacional tras dejar la cárcel, en noviembre.
En su visita al papa Francisco el jueves, gestionada por Alberto Fernández, Lula buscó debatir un mundo “más justo y fraterno”. En esa ocasión, discutieron sobre desigualdad, pobreza y defensa del medio ambiente.
“Salgo muy satisfecho del encuentro”, dijo Lula. “Si todo ser humano de 84 años tuviera la fuerza, la disposición y la garra que tiene él para plantear temas que instigan el debate, podríamos encontrar soluciones más fácilmente”.
Origen. A lo largo de su historia, el PT fue apoyado por distintos grupos católicos, como las comunidades eclesiales de base y la Pastoral Obrera, movimientos enfocados en el combate de la desigualdad social. En el círculo más cercano de Lula se destacaron líderes religiosos como Frei Betto, militante de la Teología de la Liberación y responsable del programa Hambre Cero.
Para el historiador Lincoln Secco, autor del libro Historia del PT, aunque la religión nunca “haya sido central para el programa político del PT, la estructura de la Iglesia católica sí lo fue”, agregando que “las comunidades eclesiales de base y la teología de la liberación fueron esenciales en la formación del partido”.
Cuando fue fundado el PT, los católicos representaban casi el 90% de la población brasileña. Secco recuerda que hoy Brasil vive no solo un mayor “pluralismo religioso”, sino el crecimiento de una base evangélica alineada a la extrema derecha.
“El papado de Francisco representa para la izquierda brasileña la posibilidad de restablecer el diálogo con la religión”, dijo a PERFIL el profesor de la Universidad de San Pablo. “Lula sabe que aunque los evangélicos sean muchos, los católicos siguen siendo la mayoría, especialmente donde la gente es más fiel a él y al PT: el interior del Nordeste.”
Tras pasar 580 días encarcelado por corrupción, Lula espera desde noviembre en libertad el resultado de una apelación contra su pena.
“El viaje al Vaticano también vuelve a poner Lula en el escenario internacional, donde puede fortalecer su imagen como perseguido político”, concluye Secco.