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Lula quiere volver en 2018, pero la crisis está golpeando su imagen

El ex presidente dejó el gobierno en 2010 con una popularidad del 83%, que ha caído al 7%. Se queja de una “operación política”.

Enojo. Cree que desde el gobierno no lo protegen: la policía allanó una empresa de uno de sus hijos.
| AFO

Desde San Pablo
Líder carismático que cerró sus ocho años de gobierno con una aprobación del 83% y logró hacer elegir a su sucesora, Luiz Inácio Lula da Silva recibiría hoy sólo 7,9% de los votos.
Improbable hace algunos años, el deterioro de su imagen se dio a medida que crecían las denuncias de corrupción en Petrobras y en el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes).
Ahora, las sospechas sobre movimientos financieros de dos de sus hijos comprometen todavía más su ambición de ser elegido en 2018.
Ningún político brasileño se destaca como favorito para 2018. En una encuesta divulgada el martes, Lula figura detrás del senador Aécio Neves, ex rival de Dilma en 2014, que tiene 13,7%.
Como ex presidente y pre-candidato, Lula ya no es más invulnerable a las denuncias, como le pasó durante las investigaciones del “mensalão”, el esquema de su gobierno de compra de votos de diputados, denunciado en 2005. Se decía entonces que estaba hecho de teflón, ya que las acusaciones contra sus principales aliados en su Partido de los Trabajadores (PT), que terminaron en la cárcel, no se le pegaban.

Sobreviviré. “Nadie puede lastimarme. Yo aprendi en la vida a enfrentar la adversidad”, reaccionó Lula en una cumbre del PT, en Brasilia, el jueves. “Si el objetivo (de mis opositores) es truncar cualquier perspectiva de futuro, entonces van a ser tres años de mucha paliza. Pueden estar seguros de que voy a sobrevivir”.
Hoy Lula enfrenta dos denuncias: que habría movido 53,6 millones de reales en sus cuentas entre 2011 y 2014, y que habría actuado como lobista de Odebrecht y otras constructoras en el exterior.
El martes, su hijo Luis Cláudio recibió, al regresar de la fiesta por los 70 años de su padre, una citación de la Policia Federal para explicar el cobro de 2,4 millones de reales de la consultora Marcondes & Mautoni. La Fiscalía sospecha que el monto fue un pago a cambio de la concesión, por el gobierno federal, de 2 millones de reales en incentivos fiscales a automotrices.
Un día antes, la PF había allanado la empresa de Luis Cláudio, LFT Marketing Esportivo.
El otro hijo de Lula, Fábio Luís, conocido como Lulinha, ha sido denunciado, según el diario O Globo, de haber recibido 2 millones de reales de uno de los principales operadores de la corrupción en Petrobras, Fernando Baiano, a través de su esposa. Lula y sus hijos niegan haber recibido dinero o haber actuado como lobbistas.

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Víctima. Como un “animal esencialmente político”, Lula trata de presentarse como víctima de una operación política. Ante sus amigos se ha quejado de la falta de control del ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, sobre la Policía Federal. Hace un mes, cuando Dilma Rousseff estudiaba su reforma ministerial, Lula había insistido en el reemplazo de Cardozo.
La semana pasada, en Brasilia, el ex presidente sorprendió al apoyar el ajuste fiscal comandado por el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, al que antes atacaba por no aplicar un ajuste más blando y políticas de crecimiento económico.
El aparato del PT todavía lo apoya, al apuntarlo como “blanco prioritario de trampas”. Su ex jefe de Gabinete, Gilberto Carvalho, declaró a Folha de São Paulo que las investigaciones se han transformado en “persecución política”.
“El blanco (de las investigaciones) es uno solo: el PT, el presidente Lula. Quieren desmoralizarlo”, dijo Carvalho

Contra la prensa
La prensa es el blanco principal de la reacción de Lula, que también denuncia la actitud  “abusiva” de fiscales y policías ante las acusaciones en su contra. “Hay una actitud desesperada de la prensa en criminalizarlo”, dijo a PERFIL José Crispiniano, secretario de prensa del Instituto Lula.
Este fin de semana, la revista Epoca escribió que Lula movió 53,6 millones de reales en sus cuentas bancarias entre 2011 y 2014, según un documento del organismo de investigación de crímenes financieros del Ministerio de Hacienda. La noticia, según Crispiniano, es un “refrito” de otra publicada por la revista Veja en agosto, que ya había sido rechazada por el Instituto Lula: los movimientos corresponden a pagos por setenta conferencias del ex presidente en Brasil y el exterior, que fueron declarados al fisco. Lula está “tranquilo” ante las acusaciones contra su familia, dijo Crispiniano, pero ha denunciado a la Fiscalía y a la Polícia Federal por el “abuso innecesario” de haber dado la citación a su hijo el día de su fiesta de cumpleaños