dpa/ap/afp desde San Pablo
Con sus liderazgos intactos dentro de sus respectivos partidos aunque no son candidatos, los ex presidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Fernando Henrique Cardoso asumieron, de hecho, los comandos de las campañas electorales hacia los comicios de octubre próximo. Así, los dos ex jefes de Estado retornaron de lleno a la política brasileña y se mostraron junto a Dilma Rousseff y a Aécio Neves, respectivamente.
Mentor político y consejero de la actual mandataria, Lula regresó esta semana al Palacio de Alvorada, residencia oficial en Brasilia, para encabezar una reunión en la que se analizó la fractura entre el Partido de los Trabajadores (PT) y el Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).
El PT, de Dilma y Lula, y el PMDB conforman una alianza que gobierna desde 2007, cuando comenzó el segundo mandato lulista. Al igual que ocurrió en junio de 2013, cuando el país se convulsionó por las manifestaciones contra la copa de fútbol, Dilma llamó el miércoles a su correligionario para que la orientara sobre cómo resolver la crisis con los aliados del PMDB, que formaron un bloque independiente en el Congreso.
Una ruptura en la coalición oficialista podría afectar las aspiraciones electorales de Rousseff, que, pese a encabezar todas las encuestas entre los candidatos, necesita a sus socios para aceitar la poderosa máquina electoral en los 5.500 municipios del país.
La reunión del miércoles entre Dilma y Lula fue un cónclave de contenido electoral. “La ley prohíbe la utilización de un predio público, como el Palacio de Alvorada, con fines electorales. La presidenta se dedicó a la campaña mostrando que está más preocupada con las elecciones que con el país”, denunció el diputado opositor Carlos Sampaio, que querellará a la jefa de Estado por violación de la ley ante el Tribunal Superior Electoral.
A 97 días de la copa del mundo, el foco noticioso y el interés de la opinión pública se concentran en el evento deportivo, relegando a un segundo plano los comicios presidenciales. Aunque Lula no es candidato, es el político más popular de Brasil, superando en intenciones de voto a Rousseff, según encuestas realizadas a fines de 2013 y principios de este año.
La imagen mítica de Lula sólo puede ser contrarrestada por la oposición a través del ex mandatario Fernando Henrique Cardoso, que le infligió dos duras derrotas electorales en 1994 y 1998. El octogenario intelectual, presidente honorario del PSDB, se puso al frente de la campaña del precandidato Neves, que busca destronar a José Serra en la interna partidaria y competir con Rousseff en ocutbre.
Neves, al contrario de lo que hizo Serra en la última campaña, tomó como bandera y lema electoral la herencia de ambos gobiernos de Cardoso, en especial el Plan Real, lanzado hace veinte años, con el cual el país derrotó la inflación y recuperó la estabilidad que le permitió aplicar programas de modernización.
Cardoso comentó recientemente que, si fuera más joven, se postularía para un tercer mandato presidencial. En Brasil, la carrera al Planalto tiene dos jefes: Lula y Cardoso.