INTERNACIONAL
Un ao a trueques para oponerse a la cultura hedonista

Mareados por el consumo, habitantes de San Francisco probaron que se puede vivir sin comprar

Jóvenes de la ciudad más progresista de los Estados Unidos reeditaron prácticas que tuvieron un momento de auge en la Argentina post-crisis de 2001. La medida está a punto de convertirse en movimiento global.

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San Francisco se ha visto convulsionada por un grupo de jvenes que intenta desmitificar hbitos de consumo. | CEDOC

San Francisco – Un pacto realizado por un grupo de residentes de San Francisco creció como bola de nieve, convirtiéndose en un mini movimiento global que busca llamar la atención sobre los costos de la cultura de consumo moderna.

En un esfuerzo por reducir el monto de desechos de los basureros, un puñado de amigos, mareado por lo que denominaron “resaca colectiva de consumo”, decidió en diciembre de 2005 dejar de comprar durante un año entero. Doce meses después, el grupo logró cumplir con el desafío que se impuso e inspiró a otros miles de pobladores que emprendieron el mismo camino.

“Creo que tocamos un nervio”, aseguró el fundador del grupo The Compact, John Perry. “Hay claramente una creciente preocupación sobre temas de sustentabilidad”. En los últimos meses, The Compact registró un crecimiento exponencial de su grupo de Yahoo, con ocho mil inscriptos hasta la fecha, y que abarcan cibernautas de Rumania hasta Nueva Zelanda. Sin embargo, Perry admite que “nunca pretendimos iniciar un movimiento”.

En un principio. De hecho, la génesis del grupo se dio de forma bastante simple, extendiéndose por toda la ciudad merced al popular “de boca en boca” y a una paseadora de perros, de 27 años, que se sumó a la prohibición y creó su propio blog con el fin de relatar las tribulaciones de una vida fuera del circuito de consumo habitual.

“Ha sido grandioso ser parte de este diálogo creciente”, definió Rachel Kesel, quien asegura que el desafío no fue tarea fácil, sobre todo cuando tuvo que resistir el hecho de hacer algunas compras prácticas, tales como un engranaje de la bicicleta, su principal medio de transporte.

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Sin embargo, la joven descubrió que con una pizca de paciencia y creatividad podría encontrar prácticamente todo lo que necesitaba sin salir a adquirir un nuevo producto. Además, Kesel reconoció que recorriendo sitios de la red, obtuvo además una flamante cama de dos plazas, con sábanas, almohadas y hasta un velador, todo gratis.

Casa completa a trueque. Los integrantes del grupo consideran que el método permite equipar una casa completa a través del trueque, el préstamo y la compra de bienes de segunda mano. Los artículos nuevos sólo se permiten en caso que entren en la categoría “salud y seguridad”, además de los relacionados con alimentos y artículos de primera necesidad.

The Compact también prevé una “cláusula de ropa interior”, ya que no está permitido donar ropa interior usada.

“La sorpresa es que no es tan difícil –admite Perry, que es padre de dos hijos pequeños–. Puede ser un desafío, pero ciertamente no es todo sacrificio y privación”.

Preocupado por el nivel de materialismo que sufren los chicos de hoy, el joven asegura que sus hijos no miran televisión y se entretienen con juguetes adquiridos en negocios de segunda mano. Perry se las ha arreglado incluso para no comprar pañales nuevos para su benjamín y fabrica con material de descarte cordones para zapatos para su hijo de cinco años.

Pero no todo es color de rosa y el grupo también tiene sus detractores: “Después del 11 de septiembre, se mostró el consumo como un acto patriótico –demuestra Perry–. Nos han llamado antiamericanos y nos han acusado de ser negativos para la economía”.

En el otro lado del espectro, algunos creen que The Compact está lejos de ser un ideal: “Algunos izquierdistas parecen pensar que lo que estamos haciendo es simplemente una pose, como si tuviéramos que retirarnos por completo del mundo moderno”, define Perry.

“Esto fue sólo una decisión personal hecha por un puñado de individuos preocupados por el consumismo vacío y sin sentido, y quién mejor para hacerlo que un grupo de personas con ingresos disponibles”.

Día de vacaciones. Los “compacters” incluso decidieron que merecen un día libre al año para tomarse vacaciones de su ostracismo. Recién en ese momento pueden almacenar esos objetos difíciles de conseguir y se les permite comprarlos en forma habitual.

Sin embargo, la joven paseadora de perros Kesel no pudo disfrutar de su día libre durante este año porque asegura que “no podía comprar” y que “es como si me hubieran deformado”. Y Perry, Kesel y el resto están sorprendidos por la propagación de su experimento:

“Si es una noticia internacional que un pequeño grupo de tipos en San Francisco dejan de comprar durante un año, eso dice mucho sobre cómo está nuestra cultura”, concluyó Perry.

Fuente: AFP