AFP/AP
Desde San Pablo
Brasil vive días de furia. Tras las masivas protestas en San Pablo contra el alza de las tarifas de transporte, que fueron duramente reprimidas por la policía, cientos de manifestantes molestos por el alto costo de organizar el Mundial protestaron ayer en Brasilia frente al Estadio Nacional, pocas horas antes del partido entre Brasil y Japón que abrió la Copa Confederaciones.
“A la Copa del Mundo renuncio, quiero más dinero, salud y educación”, coreaban los jóvenes manifestantes, que según la policía eran 500 y, según los organizadores, eran mil personas. La policía antimotines lanzó bombas lacrimógenas para evitar que los manifestantes se acercaran al estadio, pero varios de ellos lograron burlar la seguridad y llegaron hasta la puerta del estadio nacional Mané Garrincha.
“¡El que no salta es de la FIFA!”, repetían los manifestantes en rechazo a los 15 mil millones de dólares que el gobierno prevé destinar a inversiones públicas para el Mundial 2014. “Disculpen las molestias, estamos cambiando el país”, escribió un joven en una improvisada pancarta dirigida a los simpatizantes de fútbol que fueron a ver el partido.
El viernes, otras 400 personas habían protestado contra los millonarios gastos del Mundial y quemaron neumáticos cerca del estadio, impidiendo el acceso. La policía había indicado que no permitiría que ese perímetro de seguridad fuera nuevamente rebasado.
La protesta en Brasilia se solidarizó con otras que se extendieron por las principales ciudades del país en los últimos días –principalmente en Río de Janeiro y en San Pablo– contra el aumento del pasaje del transporte público. Esas manifestaciones dejaron 251 heridos y un centenar de detenidos, entre ellos 15 periodistas. Ante la gravedad de los disturbios, el alcalde de San Pablo, Fernando Haddad, anunció ayer que convocó al movimiento que comanda las protestas para una reunión.
